Pablo Mckinney
Culpas son de las encuestas y no de España
A inicios de año, el escenario del PLD era muy parecido al de 2011 hasta que las encuestas comenzaron a presentar unos resultados “preocupantes” para los sectores opuestos a Leonel Fernández. Uno de esos resultados fue que, a pesar de todos los pesares -que incluyó hasta el regreso triunfal y debut mediático de Quirino Paulino-, al medir cuál era el peledeísta sin impedimento constitucional para ser candidato presidencial mejor valorado para serlo, este seguía siendo Leonel Fernández. Y si fuera poco, las mismas encuestas demostraban el fracaso de las candidaturas alternativas a Fernández. Ante esos resultados, los adversarios de Fernández apuraron el paso, e intensificaron la presión al presidente Danilo Medina entonces negado a propiciar una modificación constitucional para poder repostularse. Incluso, según mis fuentes, se llegó al exceso de hablar de “crisis de confianza” en el país si por culpa de Medina, Leonel retornaba al Palacio.
Los príncipes del capital en acción
Dada la importancia determinante que en la lucha electoral tiene hoy el financiamiento (legal o ilegal) de las campañas y el control de los medios de comunicación, y conociendo Medina los malos juegos de estos señores cuando de dañar gobiernos y presidentes se trata, el mandatario comenzó a escuchar con mayor atención a los príncipes del capital. Aún no se iniciaba el 2015, y a diferencia del 2011, cuando en el mes de julio Hipólito Mejía olía a presidente, en febrero de 2015 el PRD seguía dividido y el PRM era la suma de todas las incertidumbres; la oposición, centrada en destruir al Fernández que percibía como seguro candidato, no enfrentaba al gobierno y la popularidad de Medina no paraba de crecer. Todo esto sucedía en un país donde ya los procesos electorales son, en esencia, guerras empresariales tras el botín del Estado, si es legalmente y de forma transparente mucho mejor... Y entonces, ocurrió.
Y entonces, ocurrió...
Es precisamente el análisis en frío de esta realidad la que llevó al equipo de Medina al convencimiento del “Yes We Can”, de que era posible “pasar el rolo” al sector Fernández, modificar la Constitución, y aún así ganar las elecciones de 2015. Por eso en un bulevar anterior o en El Sol de la Tarde hablé de que al sector Medina parecía que “le daban los números”; los mismos números que en 2011 no le dieron al sector Fernández, porque para entonces nadie imaginaba a un PLD venciendo a Hipólito con una tercera parte de los peledeístas en “huelga de esfuerzos caídos”, en “operación Jicotea”, lo que sí es posible hacer ahora, por eso el rolo se ha pasado, el Rubicón se ha cruzado y en Juan Dolio se quemaron las naves de Cortez, y no de Alberto.
La Pregunta
Desde entonces, y firmado el Acuerdo de los 15 puntos... de sutura, el fantasma de una pregunta recorre las tertulias, los bares, los Medios y los enteros: ¿Por qué Leonel Fernández, que sabe como nadie lo que significa manejar el Presupuesto y firmar los decretos, que se sabe repudiado hasta la difamación por un sector del empresariado implacable y mediáticamente invencible, dispuesto a cualquier cosa para evitar su regreso al poder, incluido el apoyar la modificación constitucional que rechazaron en 2002 y 2011; ¿por qué ante un escenario tan adverso, permitió que en aquella reunión de Juan Dolio le contaran los votos?, y ¿por qué en su discurso trazó una raya de Pizarro, sabiendo que todos esos poderes juntos se la harían borrar? Esa es la pregunta que le guardaré a mi dilecto profesor para el día en que lo entreviste en McKINNEY para Color Visión. Mientras tanto, el sábado a las once presentaré la segunda parte de mi entrevista a Luis Abinader. Con el permiso de los señores...
Tomado del Listin Diario