Serafín Sánchez , José Martí y Máximo Gómez
A los hombres han de ponérseles de relieve, escribiría Serafín Sánchez en su obra Héroes humildes y poetas de la guerra. Las contradicciones entre los hombres son posibles y muchas veces necesarias, un ejemplo de cómo se manifestaron esas diferencias entre dos grandes próceres de nuestras luchas por la independencia, Máximo Gómez y José Martí, y el papel de enlace y mediador de Serafín Sánchez para conseguir un nuevo acercamiento entre ellos, es el propósito principal de estas líneas.
El primer contacto epistolar, conocido hasta la fecha, entre José Martí y Máximo Gómez se produjo en el año 1882 a menos de un año del fracaso de la Guerra Chiquita, donde Gómez no participó y de la cual Martí fue uno de sus organizadores. En la misiva cruzada el 20 de julio(1), Martí se presenta al General de la Guerra de los Diez Años y lo convocaba a incorporarse al movimiento conspirativo.
Un contacto posterior, quizás más importante, tiene lugar en el año 1884. Para esta fecha Gómez y Maceo Están inmersos en nuevos planes expedicionarios con el objetivo de reiniciar la lucha por la independencia en la isla.
Por esta razón Gómez viaja a Nueva York, allí se encontró por primera vez con Martí. El prestigio del General atraía a su alrededor a numerosas personas de la emigración cubana en esta ciudad. Una de aquellas personas, deseosa de unir sus esfuerzos a los impulsos de los viejos luchadores, era el futuro apóstol de nuestra independencia, quien había dado muestras de empuje y entrega a la revolución desde temprana edad.
Las ideas de Gómez y Martí coincidían cuando de los objetivos y fines de lucha se trataba; sin embargo, diferían en lo referente a la forma de emplear para lograr los propósitos. Gómez, el guerrero internacionalista, preocupado por el adecuado civilismo que llevó, entre otras causas, al fracaso de la guerra del arranque, deseaba una dirección militar fuerte, que impidiera el deterioro de la
Disciplina: Martí, conocedor de las realidades latinoamericanas y de los gobiernos dominados por caudillos que proliferaban por nuestra América, no apoyaría un proyecto que coincidiría, según su parecer, a un mal previsible y evitable, un gobierno dictatorial.
Martí se apartará de este plan conspirativo en 1884, pero no lo hará de la lucha por la independencia de su patria, dejará el camino libre a los veteranos luchadores, que con métodos inadecuados, aspiraban a conducir la guerra en Cuba. Una epístola del 20 de octubre de este mismo año confirmará, en lenguaje severo y crítico, su rechazo a estas formas rígidas de dirección: “Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento: y cuando los trabajos preparatorios de una revolución más delicada y compleja que otra alguna, no se muestra el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades y elementos que han de hacer posible la lucha armada, mera forma del espíritu de independencia…. ¿Qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetados mañana?”(2)
Esta carta por la que el General Gómez se siente insultado, provocará la ruptura entre ambos próceres de nuestras luchas por la independencia: el propio Gómez no dio respuesta a la carta enviada por Martí, porque “los insultos no se responden”. Este hecho significó el distanciamiento entre ellos por varios años.
El plan Gómez –Maceo fracasa en 1886, aunque no decae el espíritu revolucionario de los héroes, que acostumbrados a la gloria, regresarán a buscarla en los campos de Cuba libre. Es por ello que en el año 1887, año de singular significación para el reinicio de la organización de una nueva contienda, en la que no podía faltar la experiencia, prestigio y voluntad del General Gómez, Martí le escribe nuevamente (3), olvidando, como lo hacen los verdaderos lideres, los anteriores desacuerdos y contradicciones e invitándolo a incorporarse a la nueva gesta.
No obstante, este primer intento de acercamiento no logra sus frutos, no le es fácil a Gómez olvidar las palabras hirientes que en el pasado recibiera del compañero de lucha y borrar, en un instante, las serias diferencias de criterios organizativos que entre ellos existían. Pero Martí persistiría, solo necesitaba de tiempo y de los buenos oficios de un amigo común, veterano combatiente de la Guerra Grande y de la Guerra Chiquita, el General espirituano Serafín Sánchez Valdivia.
Serafín después del descalabro de la Guerra Chiquita tuvo que viajar al exilio, había sido uno de los principales dirigentes de ese nuevo intento independentista, por ello desde noviembre de 1880 se radicaría en Santo Domingo, la tierra del Generalísimo, donde muchos cubanos fueron acogidos como hijos.
Serafín establece relaciones muy estrechas con Gómez y su familia desde el punto de vista conspirativo, de amistad e incluso como compadres, pues al nacer Margarita, la hija menor de Gómez y Manana, es escogido junto a su esposa Josefa Pina (Pepa) como padrinos de la niña.
En el exilio forzoso era Serafín Sánchez, un prolífico escritor revolucionario, colaborador de varios periódicos de Santo Domingo y de la localidad de Cayo Hueso, importante centro conspirativo por la independencia cubana. Desde estas tribunas combate el miedo al sacrificio necesario de la guerra justa por la libertad, combate la traición de algunos malos cubanos y el autonomismo; sobre este último en uno de sus artículos críticos, refiriéndose a un viejo combatiente pasado a las filas del autonomismo a punta: “No es que el tema a Cuba independiente, sino al sacrificio que tendrá que hacer para conseguir su independencia. En esto consiste su eterna vacilación y el eterno aplazamiento de los autonomistas cuando de la Revolución se trata. Los hombres que gimen bajo el yugo de la servidumbre, no son capaces de medir el abismo de su degradación” (4).
En su escrito, “ Estocada a fondo contra el autonomismo, obstáculo frontal a la lucha por la independencia de Cuba”. Martí elogia la línea de combate que Serafín se ha trazado y le dice: “…. A esos junteros es a quien me les debe Ud. sacudir la pluma luminosa….” Y le reafirma “Seamos voceros de los que allí no tienen voz….”(5) Martí sabe que la pluma de Serafín es voz que llama a las armas otra vez y eso le hace falta a Cuba, hombres que llamen, que junten, hombres de acción y fe, como el General espirituano.
Para el mes de junio de 1891, Serafín Sánchez se pone en camino hacia Nueva York. Va al encuentro del Apóstol de la etapa superior de nuestra lucha libertaria: La Guerra Necesaria.
Poco tiempo permanece Serafín Sánchez en Nueva York, no obstante es suficiente para que Martí se percate de su valía como patriota y eficiente colaborador. El 20 de mayo de enero de 1892 parte hacia Cayo Hueso por orientación de Martí. Cayo Hueso por esa fecha, era una localidad de población mayoritariamente cubana, formada por humildes tabaqueros y familias de veteranos combatientes que apoyan bravamente la lucha por la independencia de la Isla.
Al cayo llega Serafín con una recomendación de Martí dirigida al incansable colaborador y rico industrial cubano, Eduardo Hidalgo Gato, al cual le pide: “…abrir los brazos generosos a hombres de sólidos méritos y limpio corazón como mi amigo el valiente y sensato cubano Serafín Sánchez”(6) o una nota posterior donde el elogio a Serafín es digno de mención, por ser el héroe espirituano:. “….uno de los hombres de más dignidad y entereza que conozco, más sano y generoso y de utilidad verdadera para Cuba.” (7)
Es innegable la alta estima en que Martí tenía al generoso y dedicado Serafín. Sus opiniones sobre él son el resultado de una profunda meditación y estudio, que le permiten distinguir en el combatiente revolucionario, altos valores humanos y morales. Por ello fue Serafín un depositario de la confianza martiana y un fiel colaborador.(8).
Por otra parte, de los jefes militares de la pasada guerra que vivían en Cayo Hueso, era serafín Sánchez el de mayor graduación; este aspecto tiene mucha importancia, pues el General espirituano laboraría a favor de la unidad de todos los patriotas, veteranos y jóvenes, con la dignidad y méritos que plenamente ganara en las dos guerras anteriores.
El espíritu patriótico y la labor unitaria de Serafín se reflejan claramente en un documento publicado en el periódico Patria, septiembre de 1892. En este documento de gran importancia por el momento en que se publica, y que hoy nos permite aquilatar el papel histórico desempeñado por sus firmantes, señala: “Nuestra espada está al lado del orden de la ley. Y es nuestro acuerdo, en la hora que consideramos suprema, declarar, previo examen, nuestra fe en el Partido Revolucionario Cubano”(9).
Junto a la firma de Serafín Sánchez, encontramos la de viejos combatientes del 68 como son Carlos Roloff y Rogelio Castillo. La labor de enlace de Serafín está dando frutos, es el hombre de confianza del Apóstol en el Cayo y su comunicación más segura con Nueva York. Los veteranos luchadores, deseosos de ver a Cuba libre, se subordinan al empuje organizador de un joven líder revolucionario , que no pudo combatir con las armas en la Guerra de los Diez Años, pero que ha dado numerosas muestras de entrega y dedicación en aras de ver a la patria “libre y próspera”.
La labor de Serafín como engarce entre los viejos y los futuros combatientes deseosos de demostrar su capacidad de sacrificio, es reconocida y solicitada por el propio Martí: “En la Habana repiten, por orden superior, el argumento de mi desdén a los jefes de la guerra pasada, y de mis ¡especulaciones!. Por qué con su mano de Jefe, no me le da un revés a esa picardía, no pinta mi alma militar, y mi mayor ternura, mi ternura de hermano, que Ud. sabe y palpa que guardo para los que han dado su sangre por mi tierra. Le aseguro que convendría ahora para arreglar en la Habana , una buena bajada en ese sentido”.(10).
Los hombres imaginaban a Martí en la tribuna, arengando a las masas, pero no con el machete en la pelea, cargando contra el enemigo y hasta el propio Gómez demoró en convencerse de la integridad de carácter y sacrificio martiano; es por eso que el Apóstol solicita a Serafín en la misma carta acotada anteriormente, que interceda entre él y el Generalísimo, para el cual tiene reservada la máxima jefatura militar de la guerra. “ Y lo de Gómez- escribe Martí- yo les diré que es como nosotros. Si yo lo digo parece adulación. A ver quién lo dice, a ver quién pinta mi corazón humano y militar para que no nos estorben….. Combatamos la maldad con la prueba continua y entusiasta de nuestro cariño. A ver, Serafín, sea mi padrino de armas”.
Uno de los hombres que más necesitaba la guerra en Cuba era al General Máximo Gómez, pero se había mantenido a discreta distancia de la nueva dirección revolucionaria. Serafín Sánchez sería el encargado de limar asperezas, de servir como puente para restablecer la comunicación entre estos dos grandes hombres. Con ese paso dado, la revolución entraría por su cauce arrollador.
Serafín escribe a Gómez, apremiándolo para que entre en contacto con el ideólogo de la Guerra Necesaria, sin embargo, aún Gómez recela de Martí y de su capacidad para olvidar el pasado, por ello escribe al amigo y compadre espirituano: “Respecto a lo que Ud. me dice de José Martí, no me parece conveniente que se insinúe mucho con él y a mí mucho menos, (…) Pocos conocen a Martí como yo, puede ser que ni el mismo se conozca tanto. Martí es todo un corazón cubano; en materia de intereses me debe el concepto de que su pureza es inmaculada, y puede ir a los campos de Cuba, a batirse, con igual valor que los Luaces, los Agramontes. Todo eso es Martí; pero carece de abnegación y es inexorable. No le perdonará a Ud. jamás, lo que pueda calificar de desdén y no son más que desacuerdos” (11)
En esta carta respuesta, dirigida a Serafín, Gómez expresa claramente sus temores y desconfianzas sobre el carácter de Martí, lo cual ve como un obstáculo difícil de salvar. Esta situación hará mucho más dura y compleja la labor de convencimiento al viejo General, sin embargo, el espirituano es tenaz, insiste y confía, sabe que el amor a la patria está por encima de todo, que el amor al sacrificio los unirá definitivamente.
Martí decide, tiempo después, visitar al General Gómez en su casa de Montecristi, Santo Domingo, y le pide a Serafín, su mediador, le comunique a Gómez su decisión. Para entonces la labor de enlace desempeñada por Serafín había rendido frutos beneficiosos. Tanto es así que en carta de Gómez a Serafín le comunica “Espero a Martí, y con el hecho de venir a verme a mi patria, lo recibiré con los brazos abiertos …. Cuando los hombres somos afines en sentimientos, el engranaje es un hecho, los pequeños estorbos, de forma o carácter, esos se allanan con el roce”.(12)
El 11 de septiembre de 1892, llega Martí al hogar de Gómez, es recibido con los brazos abiertos como había anunciado en la carta a Serafín. Conferencian durante 3 días y al regresar Martí a Nueva York, ya era Gómez el jefe militar del Ejército Libertador. Junto con él se unirán los que aún no confiaban en las dotes del Apóstol. La guerra era ya un hecho.
Serafín había cumplido con las solicitudes apremiantes del Maestro, logró lo que le parecía difícil, enlazar a dos hombres íntegros que habían discrepado en aspectos de métodos, pero que tenían iguales aspiraciones: la libertad de Cuba. Fue Serafín un hombre de la más absoluta confianza tanto de Martí como de Gómez, lo que demuestra la ubicación de Serafín, a solicitud de Martí, en un lugar clave para la Revolución, Cayo Hueso, donde existieron 62 clubes que integraron el Partido Revolucionario Cubano, lo demuestra también el intenso contacto epistolar con ambos próceres y su designación para comandar junto a Carlos Roloff la expedición frustrada que desembarcaría por el sur de Las Villas, dando cumplimiento al llamado Plan de la Fernandina.
Es Serafín Sánchez Valdivia uno de los hombres a quien ha de ponérsele de relieve para que sus valores humanos se distingan a la distancia de más de 100 años y sirvan; como la historia misma que ayudó a escribir, a nuestro mejor presente y futuro.
REFERENCIAS
1.- José Martí. Carta a Máximo Gómez, 20 de julio de 1882. Obras Completas. Tomo I. Pp. 167-171.
2.- Ob. Cit. Carta a Máximo Gómez, 20 de octubre de 1884. Pp. 177-180.
3.- Ob. Cit. Carta a Máximo Gómez, 16 de diciembre de 1887. Pp. 116-222.
4.- Archivo de Historia. Sancti Spiritus. Fondo Serafín Sánchez.
5.- José Martí. Ob. Cit. T. II. pp. 223-224.
6.- Ob. Cit. T. I. pp. 309.
7.- Ob. Cit. T. II. pp. 403.
8.- Entre marzo de 1892 y marzo de 1895, José Martí envió 80 cartas a Serafín Sánchez Valdivia y le menciona en sus escritos y cartas, directamente, unas 146 veces. También le dedicó una breve semblanza en el Periódico Patria, con fecha del 19 de agosto de 1893, donde resalta el patriotismo y entereza de este digno cubano. En carta rimada, del 21 de febrero de 1895, previo el inicio de la contienda necesaria Martí expresa a Serafín:
Y en cada espiga de trigo
de esas penosas cosechas
Verá, quien mire a derechas:
Don Serafín es mi amigo .
9.- José Martí. Ob. Cit. T. II. pp. 151.
10.- Ob. Cit. pp. 24 .
11.- Del Moral Fernández, L. : Serafín Sánchez: un carácter al servicio de Cuba. pp. 24.
12.- Rodríguez Demorizo, E.: Martí en Santo Domingo. pp 46.
Tomado de la Revista Siga la Marcha, No. 8, diciembre de 1996.
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