“Las grandes ideas no las porta en la espalda
un solo hombre, ni caminan sobre hilo
de un razonamiento de un discurso.
Es necesario pioneros y lentos trabajadores
de todos los días, espíritus ardientes y
calmos polemistas, entusiastas y
críticos, destructores y reconstructores,
y que cada uno haga su parte’’.
(Antonio Labriola, 1889)
“Gramsci, es una pena. Ya nadie lee sus escritos”
(Paolo Spriano, historiador del PCI, 1986)
La estrecha relación entre Política y Filosofía no era un asunto extraño a sus intereses, incluso mucho antes de que comenzara con la escritura de los Quaderni en 1930: hay dos años claves en la vida de Gramsci en el extranjero que serán fundamentales tanto para su evolución político-filosófica como para su vida personal. Podemos comenzar a encontrar este pathos que jamás abandonará ya durante susoggiorno moscovita, aunque poco se sabe de su estadía en la URSS entre mayo de 1922 y diciembre de 1923. Viaja a la URSS en calidad de delegado del PCI al Comité Ejecutivo al IVº Congreso de la IIIº Internacional, participando en varias comisiones. Allí conoce a su futura mujer Julca Schucht, participa en el fermento revolucionario que todavía palpita en la URSS y tiene contactos personales con los máximos dirigentes del VKP(b) como de personalidades internacionales. Entre otras grandes influencias directas está la de mayor alcance y profundidad: la de León Trotsky.1 En este sentido podemos reconocer algunas áreas que marcaron la posterior evolución de Gramsci, tanto como organizador y táctico, como teórico revolucionario,2 a partir de la reflexión que en esos años realizaba Trotsky: 1) conceptualización y aplicación de la política del “Frente Único”; 2) el análisis diferenciado del fenómeno del Fascismo como una forma muy particularizada de reacción capitalista, cuya más original y peligroso componente era su capacidad para competir con éxito con los partidos de la clase trabajadora con el apoyo activo de la masa descontenta y empobrecida de los pequeños-burgueses;3 3) la lucha bicéfala en dos frentes, que Trotsky ya había asumido hacia 1923, tanto contra la creciente burocratización del sistema político dentro de la URSS, como por la extensión de la democracia dentro del partido; 4) la preocupación por la calidad de la Nueva Cultura (interés por el Proletkult), con los usos y costumbres de la transformación radical de una entera civilización y la defensa de la integridad (parcial autonomía) de la Literatura y el Arte contra el acoso de burocratizados dogmáticos proletarios disfrazados de “moralistas”;4 5) la idea que la Revolución de Octubre tal como se produjo en Rusia fue sui generis, y que por esta razón los revolucionarios comunistas de los países capitalistas avanzados de Occidente tendría que enfrentarse a un conjunto diferente de tareas y perspectivas para finalmente tomar el poder. Todos estos hilos rojos históricos-políticos-filosóficos, creativos y antidogmáticos, se plasmaron y condensaron mas tarde en los mismos Quaderni.5 Trotsky incluso debatió cara a cara con Gramsci (teniendo como blanco a Bordiga y la propuesta del Frente Único) en la reunión de la comisión italiana el 15 de diciembre de 1922, un recuerdo imborrable que aparecerá en documentos políticos decisivos, como la poco conocida carta abierta al PCUS de 1926 o su postura contra el Bordiguismo. Un testigo calificado, que recordaba las discusiones e intercambios, decía que “Trotsky no ocultó el hecho de que en 1922 había desempeñado un papel decisivo en las presiones ejercidas sobre Gramsci para que adoptara una actitud crítica frente a Bordiga.”6 A su vez Trotsky nunca olvidó la estatura teórico-práctica de Gramsci, como recordaba nueve años después: “Los rasgos particulares de Fascismo surgen de la movilización de la pequeña burguesía contra el proletariado… algo que el Partido Comunista Italiano no pudo discernir. Camaradas italianos me informan que, con la sola excepción de Gramsci, nadie en el partido Comunista italiano hubiera podido evitar ni siquiera la posibilidad de la toma del poder por el Fascismo.”7
De Moscú, Gramsci viaja a Austria a fines de 1923, envía una carta desde Viena al comité ejecutivo del PCI con un programa de traducción y edición crítica orientado a la escuela del partido para el año 1925. Se encontraba en la ciudad tratando de organizar el “centro” del partido para enfrentar tanto a Bordiga (la izquierda, con amplio consenso en la base militante) como a Tasca (el ala derecha). También se proponía volver a re-editar en una nueva serie el diario L’Ordine Nuovo, que aparecerá de nuevo en 1924.8 En la introducción al curso escrita por Gramsci, señala que el objetivo prioritario es “luchar contra la confusión que se ha creado” debido al hecho de que “el Marxismo se ha utilizado en Italia”, por teóricos de la burguesía con función antidemocrática, por lo que “es necesario que el Partido intensifique y haga sistemática su actividad en el campo ideológico, que se exija como un deber del militante el conocimiento de la doctrina de Marx y Lenin al menos en su términos más generales”.9 El curriculum propuesto al partido comprende no solo textos del Marx juvenil y el desconocido, sino la versión del Manifiesto Comunista con las notas de David Riazanov, además de heterodoxos como Karl Korsch, proponiendo la traducción del opúsculo “Die Quintessenz des Marxismus” (“La quintaesencia del Marxismo”, de 1922),10 que criticaba las dos almas de lavulgata marxista a la vez. Recordemos que Korsch y su libro Marxismus und Philosohie habían sido condenados oficialmente por Zinoviev en el V Congreso de la IC en 1924 junto con Fogarasi, Lukács y Revai (grupo calificado de “degeneración del Marxismo occidental”, excomulgado por “oportunista filosófico” y contrabandear elementos del Neokantismo). Y naturalmente muy criticado por Karl Kautsky, el “Papa” del marxismo evolucionista alemán, líder teórico del SPD. Kautsky le criticaba a Korsch, entre otras cosas, que considerara al Marxismo auténtico, reprimido y desfigurado por elVulgärmarxismus, como “una teoría de la Revolución social”, además concluía afirmando la incomprensión en Korsch del Marxismo “moderno” de la socialdemocracia, la “importación” de ideas rusas (filobolchevismo) y la madurez infantil del autor.11 Imaginemos que esta execración ideológica se hacía sobre una personalidad como la de Korsch, delegado elegido al Congreso por el KPD alemán y director de una de las revistas teóricas oficiales del partido, Die Internationale. No era casualidad que le combatieran las dos versiones del Vulgärmarxismus, las dos caras de Jano en la izquierda europea: del lado de la IIº Internacional, Kautsky y el paradigma organizativo de la socialdemocracia alemana habían sido maestro y modelo de muchos bolcheviques y del propio Lenin hasta 1914; en esa época Zinoviev era el porta-parole indiscutido de la IC, aliado de Stalin en contra de Trotsky, y su crítica era una denuncia anti-intelectual contra “profesores” que elaboraban un “desviacionismo idealista” que los llevaba irremediablemente a un “extremismo de izquierda”. La anatema era tajante: “en nuestra Internacional Comunista” -decía Zinoviev- “no podemos tolerar la presencia de este Revisionismo teórico.”12 Gramsci conocía este duro mandoble tanto a Korsch como a Lukács, ya que poseía el número del diario oficial de la IC en edición francesa, que contenía el diktatum de Zinoviev.13 Nuevamente jugando un rol heterodoxo y muy peligroso. Gramsci, a contracorriente, declara en los Quaderni que “es digna de estudiarse la posición del profesor(sic) Lukács”, y aunque no había podido leer la famosa obra Geschichte und Klassenbewußtsein. Studien über marxistische Dialektik de 1923, Gramsci había estudiado con detenimiento muchos de los artículos que luego conformaron el libro.14 Lukács ya había criticado el Dia Mat encarnado en la ideología oficial de Bujarin en 1923,15 y Gramsci seguramente la conocía, ya que muchas críticas a su libro Teoría del Materialismo Histórico en los Quaderni coinciden vis-a-vis con las de Lukács.16 Por otra parte, Zinoviev le sugirió a Korsch un pedante “consejo amistoso”: el de estudiar “Marxismo y Leninismo”, señalando que todos ellos “todavía necesitan estudiar Marxismo” a conciencia; más adelante lo calificó de “pequeño burgués que se ha vuelto loco”.17 La ofensiva no concluyó aquí. El húngaro Béla Kun, encargado de la división de “Agitprop” del Comintern, escribió al C.C. del KPD una dura carta18 en la que ordenaba se controlara al grupo en torno a Korsch; en ella Kun señalaba “ejemplos de malos artículos en la revista teórica del partido, Die Internationale, los ofrecen las críticas del camarada Lukács que representan verdaderos paradigmas de una crítica abstracta muerta que descansa en un Marxismo puramente verbal (Wortmarxismus)”19, para concluir proféticamente que “uno no puede estar al mismo tiempo por el libro de Stalin, Lenin y el Leninismo, y por el otro lado por cosas tan poco marxistas como “Quintaessenz des Marxismus” de Korsch y la obra de Lukács. Uno debe decidir.” Korsch también fue censurado por el líder del ala más derechista del partido bolchevique en la época, Nikolai Bujarin en persona. Bujarin era, además, el ideólogo oficial teórico del VPK (B) que controlaba la revista teórica oficial “Bolshevik” desde su creación.20 Hegel y Schelling hubieran sonreído si las consecuencias personales y políticas no fueran tan dramáticas para los herejes del “Idealismo subjetivo”.21 Es sintomático que el texto de Korsch apareciera una recensión bibliográfica en la erudita Marx-Engels Archiv una de las publicaciones centrales del Instituto Marx-Engels de Moscú creada por David Riazanov para acompañar el esfuerzo editorial de las obras completas de Marx y Engels.22 El texto de Korsch es sugerente en varios puntos para entender la posterior evolución del Marxismo gramsciano. Según Korsch, la vulgata marxista (el Kautskismo pero después de 1917 la naciente ortodoxia del llamado Leninismus) había transformado el pensamiento de Marx “en un sistema de conocimientos científicos sin conexión inmediata con la lucha de clases”, por lo que la tarea más urgente es aplicar a la propia Historia del Marxismo el método dialéctico y materialista de Marx, ¡la Kritik!, para conocer los motivos históricos reales que han conducido a la “regresión” de la doctrina (originariamente subjetiva-revolucionaria) hasta convertirla “en una Teoría evolucionista de carácter meramente objetivista”. Esta “pérdida de nivel” de Marx se produce por la mediación de una incomprensión de su contenido filosófico, coincidiendo con Labriola, que ha hecho incomprensible la conexión real entre teoría y práctica. La tarea urgente es, como la hará propia Gramsci, la “reconstrucción” del pensamiento de Marx desde la inmanencia de sus propios presupuestos. La “restauración” del auténtico Marx (la eliminación crítica de las “ideologías marxistas”) tendría como consecuencia inmediata la misma configuración de la praxis de las organizaciones revolucionarias. Como Gramsci (definido póstumamente por Togliatti como “ardiente leninista”), Korsch pretendía rescatar el pensamiento y la práctica del Lenin verdadero de la liturgia denominada “Leninismo”. Korsch (y Lukács) habían abierto una brecha en la propia constitución de la ideología del Stalinismo. Gramsci coincidía, la superioridad de Lenin con sus contemporáneos había sido generar una ortodoxia revolucionaria a partir del Marx auténtico o más cercano al original. El Leninismo había sido una justa popularización en las condiciones rusas de Marx, no su vulgarización y transformación en una Ciencia de la Legitimación de un partido (el VKP-b) y de un estado (la URSS). Contra el creciente culto religioso a Lenin (base de la ideología stalinista) Gramsci afirmaba que al Marx auténtico no habría que buscarlo “en éste o aquél de sus discípulos, en ésta o aquella tendencia ligada a corrientes extrañas al Marxismo, sino en el concepto de que el Marxismo se basta a sí mismo, contiene en sí todos los elementos fundamentales...”. Gramsci invertía la fórmula establecida por Stalin, que decía con fuerza de ley “Lenin es marxista, y la base de su concepción del mundo es, naturalmente, el Marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la exposición del Leninismo deba comenzar por la de los fundamentos del Marxismo.”23 Ésta era la auténtica ortodoxia (“Ortodossia”) para Gramsci, ya que el retorno a Marx implica establecer que su teoría “es revolucionaria en cuanto que es precisamente elemento de separación completa (elemento di separazione completa) en dos campos, en cuanto que es vértice inaccesible para los adversarios.”Recuperar al Marx auténtico es reconstruir su “estructura de pensamiento completamente autónoma”, y entonces que puede afirmarse que el Marxismo “no sufre hegemonías (Egemonie)”. Marx no necesita ningún apoyo heterogéneo, y todo recurso a ellos implica que el Marxismo se transforma en “un cuerpo de criterios subordinados, de segundo grado…”. Quién reduce o vulgariza a Marx de esa forma, “capitula implícitamente ante los adversarios.” Un proceso de lucha ideológica interna y externa que Gramsci denomina “Reafirmación” (Riaffirmarsi).24 Korsch también critica a quienes intentan “completar” las aparentes (por inexistentes) incompletitudes de Marx recurriendo a la feria académica de moda (por ejemplo, Korsch cita la nueva Sociología de corte weberiana), y además pone en claro la propia estructura lógico-histórica de Das Kapital, y la incomprensión del segundo y tercer tomo de la obra por la vulgata oficial por olvidarse o incomprender el término técnico marxiano de “especificidad histórica” (historische Bestimmung), clave en la arquitectónica de la Kritik y en la teoría del Valor. Korsch también destacaba la distinción marxiana entre “Modo de Investigación” (Forschungswiese) y “Modo de Exposición” (Darstellungswiese), indispensable para entender el lugar del método dialéctico en la crítica de Marx. Pero la afinidad no era meramente teorética. Los puntos de contacto entre la propia experiencia política de Korsch y de Gramsci eran múltiples, empezando por la práctica consejista de ambos y el presupuesto de la democracia de base y directa. Cerrando el rizo teórico y las afinidades electivas, a su vez Korsch elogiará en 1929 el método dialéctico de maestro de Gramsci, Antonio Labriola, al que considera “el mejor interprete del método marxista.”25 Por mucho que pueda sorprender, los principios teóricos y filosóficos de Korsch presentan una gran analogía con la problemática de Gramsci, y mucho menos con la de Amadeo Bordiga (uno de los fundadores del PCI), con quién intentó establecer una plataforma internacional de izquierdas para enfrentar al Stalinismo y el ala derecha de Bujarin. Pero Bordiga nunca estuvo dispuesto a llevar la crítica al Leninismo (antecesor del DiaMat) hasta el final.26
El trabajo de reorganización es simultáneamente, en Gramsci, reconstrucción teórica y recuperación cultural. Su diagnóstico implícito era un enorme déficit teórico y la posibilidad de reconfigurar losdisiecta miembra del Marxismo histórico (realmente existente) en todas su variantes en torno al centro gravitacional del Marx recuperado. Y todo esto ¡encerrado en una cárcel especial fascista! Es equivocado, como muchos especialistas han escrito, que la formación marxiana de Gramsci (que surgiría como una especie de Minerva teórica, sin ninguna relación con las nuevas realidades y el nuevo Marx que se descubría), estuviera en lo fundamental ultimada en la época de Ordine Nuovo (1920). Nada de elucubraciones de gabinete. En realidad, es al revés: Gramsci desconocía casi en su totalidad al auténtico Marx (incluso mucho de Lenin) antes de esa fecha. Gramsci no había “profundizado” suficientemente su lectura de Marx, ya que Marx se encontraba o bien mutilado o bien inédito: había sido codificado y arbitrariamente editado por los dos grandes polos de la izquierda europea. Como recuerda un compañero de encierro en Turi “Gramsci estaba comprometido en una lucha constante para no ser abrumado y derrotado por el medio ambiente y la rutina de la vida en prisión, su delicado estado de salud, el sufrimiento, la falta de sueño hecho no le impidió leer un montón de libros, revistas y publicaciones que habían sido cedidas por varias editoriales, así como no le impidió estudiar y escribir durante las horas que pasaba en su celda.”27 Entre 1929 y 1931 Gramsci llena cuatro cuadernos de ejercicios lingüísticos y de traducciones, en especial de textos del Marx desconocido: la Kritik a la Filosofía del Derecho de Hegel, La Cuestión Judía, La Sagrada Familia, La Ideología alemana, Miseria de la Filosofía, Trabajo Asalariado y Capital, el prólogo a la Kritik de 1859, y Das Kapital (el libro I).28 Los editores italianos de los Quaderni (como Gerratana) han establecido que estas traducciones tienen un valor autónomo y estratégico en relación al nuevo Marx que intenta re-establecer Gramsci.29 Es sintomático que leyera en esta época los trabajos de Rosa Luxemburg, citándolos a lo largo de los Quaderni, en particular su artículo “Stillstand und Fortschritt im Marxismus” (Estancamiento y progreso del Marxismo) de 1903:30 muchos diagnósticos gramscianos tiene un eco “luxemburgista” sin lugar a dudas. El diagnóstico de Rosa señalaba que “si, pues, detectamos un estancamiento en nuestro movimiento en lo que hace a todas estas cuestiones teóricas, ello no se debe a que la teoría marxista sobre la cual descansan sea incapaz de desarrollarse o esté perimida. Por el contrario, se debe a que aún no hemos aprendido a utilizar correctamente las armas intelectuales más importantes que extrajimos del arsenal marxista en virtud de nuestras necesidades apremiantes en las primeras etapas de nuestra lucha. No es cierto que, en lo que hace a nuestra lucha práctica, Marx esté perimido o lo hayamos superado. Por el contrario, Marx, en su creación científica, nos ha sacado distancia como partido de luchadores. No es cierto que Marx ya no satisface nuestras necesidades. Por el contrario, nuestras necesidades todavía no se adecuan a la utilización de las ideas de Marx.” Revelador de la heterodoxia de Gramsci: el pensamiento de Luxemburg ya estaba públicamente en el Index del Stalinismo. El pensamiento de Luxemburg había sido codificado negativamente (casi detrás del Trotskismo) por el DiaMat y la IC hacia 1930 con una etiqueta político-policial: “Luxemburguismo”, sinónimo de Idealismo subjetivo en lo filosófico y extremismo infantil en lo político, una variante alemana del “Menchevismo”.31 La fundamentación teórica la completó, como no, una carta de Stalin que afirmaba que el Luxemburguismus “es un Liberalismo podrido que actualmente tiene cierta vigencia en un sector de los bolcheviques”, ya que “la socialdemócrata de izquierda Rosa Luxemburg” había “inventado el plan utópico y semi-menchevique de la Revolución Permanente”, que había adoptado Trotsky “quien lo había convertido en un arma de lucha contra el Leninismo.” Además continúa el Stalin historiador, Luxemburg siempre se pronunció “en favor de los mencheviques y contra los bolcheviques.”32 Eldiktatum fue inmediatamente publicado en la principal publicación del Comintern, Inprecor. El descrédito de Luxemburg pasó a ser parte de la campaña general contra Trotski y la oposición de cualquier tipo.33 La censura absolutista de Stalin generará una cruel injusticia histórica: la obra de Luxemburg condenada por el ukase nunca más será editada en la URSS. También tuvo consecuencias más amplias y de gran calado, tanto en la IC (un discurso especial de Kaganovich, entre otros)34 como en el propio PCI. La carta-decreto de Stalin fue publicada en italiano en la revista teórica “Lo Stato Operario” (publicación semanal del partido) en diciembre de 1931, con una introducción “empalagosa” de Togliatti, que la declaraba como un documento “de la mayor importancia política… para todos los partidos de la Internacional”; Togliatti relacionó inmediatamente la herejía denunciada por Stalin con la propia disidencia dentro del PCI, y hallar los mismos errores de Luxemburg en la corriente bordigista.35 Importante para nosotros es que Togliatti volvió a ocuparse de la carta de Stalin y el vade retro! al Luxemburguismo en un mensaje dirigido a los militantes que estaban presos, entre ellos Gramsci.36
El nuevo Marx, las nuevas reflexiones en torno al núcleo “auténtico” de la Filosofía de la Praxis, también tienen consecuencias en la acción política cotidiana. Gramsci lanza a Labriola y el Marx auténtico contra el Dia Mat, contra la vulgata práctica y teórica que se hacía hegemónica en la izquierda europea. Tenía la certeza que estaba bajo sospecha de no estar “bien” alineado en la lucha interna en la URSS entre la mayoría liderada por el dúo Stalin-Bujarin (el centro burocrático y el ala derechista) y la corriente minoritaria de oposición (Trotsky-Kamenev-Zinoviev), lucha que concluiría en 1928 con la deportación de Trotski a Alma-Ata. Hay que situarse en la coyuntura para entender el gesto herético y valiente de Gramsci: en el otoño de 1926 la feroz batalla sostenida por Stalin contra la llamada “Oposición Unida” (reducida a una facción disidente a partir de octubre)37 en Moscú repercutió sobre toda la Internacional y en especial en el partido italiano; Togliatti, delegado del PCI en la Komintern, escribió al secretariado del partido, instándole a que se pronunciara en apoyo de la línea oficial stalinista sobre problemas vitales para todo el movimiento comunista.38 Gramsci respondió con una serie de artículos en la Unitá en septiembre de 1926, que desembocó el 14 de octubre en una franca carta abierta al CC del PC ruso, que misteriosamente no fue publicada sino muchos años después.39 En la carta, redactada en un lenguaje muy emotivo, se mostraba equidistante entre las dos facciones, la principal finalidad era expresar la “incontrolable ansiedad” provocada por las amargas polémicas y luchas de poder en Moscú. Aunque aceptaba la línea mayoritaria como “fundamentalmente correcta”, observaba que “la unidad y la disciplina no pueden ser mecánicas y forzosas”, y deben estar “basadas en la lealtad y en la convicción”, es decir: utilizaba su propio concepto de Egemonia, todavía in nuce, contra el bloque de Stalin y la esclerotización de la IC.Egemonia es un término técnico de Gramsci que comienza en 1930 con una reflexión de “la revolución sin revolución” en el Risorgimiento italiano, para comprender en primer término la idea como una fórmula: “Hegemonía=dirección (direzione)” y luego como: “Hegemonía=dirección+dominio (direzione+dominio). La idea es que una clase es dominante en dos modos: como dirigente y como dominante, y en el caso del proletariado en el poder, Egemonia se encuentra intrínsecamente unida a Democrazia, la Egemonia, aún con fundamento económico indispensable, es ético-política, es la encarnación del verdadero centralismo democrático. Sin consenso, con la mera aplicación mecánica de la fuerza, se produce una crisis de Hegemonía, el establecimiento irreversible de la lógica de unCentralismo burocratico. Gramsci en su táctica literaria para proteger la verdad, señala veladamente que “el Centralismo burocrático indica que se ha formado un grupo estrechamente privilegiado que tiende a perpetuar sus privilegios regulando e incluso sofocando el nacimiento de fuerzas contrarias en su base”, y señala que “es importante observar que en las manifestaciones del Centralismo burocrático… la situación se ha formado por el primitivismo político” y que “especialmente en los organismos internacionales la formación de tales situaciones es extremadamente dañina y peligrosa.”40No estar alineado automáticamente con Stalin en esa época era arriesgarse a soportar medidas punitivas en el propio partido o una expulsión de la estructura de la IC. En la misiva, realiza un dramático llamamiento a los camaradas bolcheviques: “Camaradas, ustedes han sido, en los últimos nueve años de la Historia del Mundo, el elemento organizador e impulsor de la lucha revolucionaria en todos los países: la función que han cumplido no tiene precedentes en toda la historia de la raza humana en cuanto a su amplitud y profundidad. Pero ahora se está destruyendo vuestro trabajo, corren el riesgo de degradarse y cancelar el papel de liderazgo que el Partido Comunista de la URSS había ganado por el impulso de Lenin.”41 Gramsci continuaba subrayando que “lo que se pone en discusión es así el principio y la práctica de la hegemonía (Egemonia) del proletariado…”, ya que “la unidad y la disciplina no pueden ser en este caso mecánicas y obligadas, tienen que ser leales y de convicción, no las de una tropa enemiga prisionera o cercada que piensa en la evasión o en la salida por sorpresa”, para concluir señalando que “los camaradas Zinoviev, Trotsky y Kamenev han aportado mucho a nuestra educación revolucionaria; algunas veces nos han corregido con vigor y firmeza; han sido nuestros maestros. Ahora nos dirigimos sobre todo a ellos como los responsables de la presente situación, porque deseamos estar seguros que la mayoría del Comité Central de la URSS si gana, no intente llevar su victoria demasiado lejos, y se muestre partidaria de no emplear medidas excesivas.” ¿Los líderes de la Oposición Unida “maestros” de Gramsci? El mensaje era otra severa crítica a las tácticas de Stalin y su mayoría mecánica, antihegemónica, centralista burocrática. Según Riboldi, un prisionero en Turi, Gramsci definía en esa época a Stalin como un dirigente “que primero es un nacionalista ruso; después es comunista”.42 La carta nunca fue entregada por Togliatti a Bujarin, permaneció en los archivos de la IC durmiendo el sueño de los justos. Gramsci se quejó con amargura, Togliatti envió rápidamente, el 18 de octubre de 1926, una seca respuesta en la que le reprochaba a Gramsci no tener en cuenta las circunstancias de la polémica, no condenar de manera explícita a la Oposición Unida (Zinoviev-Trotsky-Smirnov) y dar la impresión que dudaba de la justicia del Comité Central que manejaba Stalin: “¿La insistencia en que se evitaran medidas excesivas no implicaba una desconfianza hacia el partido ruso?”43 Gramsci le respondió con una crítica articulada y amarga: “Haríamos un pobre papel de revolucionarios irresponsables si permaneciésemos pasivos ante los hechos consumados, justificando a priori su carácter inevitable. Que cumplir con nuestro deber nos lleve indirectamente a servir también a los intereses de la Oposición es algo que nos debe preocupar sólo hasta cierto punto… no creo que en nuestra carta… haya algún riesgo de debilitar la posición de la mayoría del Comité Central”, para a continuación remarcar lo que escondía la crítica de Togliatti: “todo tu razonamiento está viciado de ‘Burocratismo’” (Tutto il tuo ragionamento è viziato di 'Burocratismo’).
Un poco más adelante, en el año 1930 se produce un incidente político que vuelve a presentarnos a un Gramsci heterodoxo y crítico: a fines de 1929, como dijimos, el PCI se hallaba en una situación desesperada, sin dirección dentro de Italia y con un grupo dirigente en París destrozado por las intrigas y el faccionalismo. Tantas intrigas que el dirigente del Komintern Manuilski le llamaba el “partido de Maquiavelo”. Se produjo un debate sobre las tareas futuras del partido y sobre la adopción de medidas para que la sede del PCI volviera al territorio italiano; en el seno del partido se establecieron tres posturas enfrentadas dentro del comité central: la de Silone (relacionado con el derechista Tasca), la oficial de Togliatti (apoyando Longo y el comité ampliado de la IC en Moscú), y la de la izquierda de Bordiga, que seguía teniendo mucho apoyo en la base del partido. Los disidentes acusaron a Togliatti de “aventurerismo” y de actitud suicida al querer trasladar actividades en plena ofensiva represora de Mussolini. La lucha terminó con la derrota de la oposición: Tresso, Leonetti y Ravazzoli quedaron expulsados del Politburó; Silone del comité central, y Bordiga, que estaba en la cárcel, directamente del partido.44 Las expulsiones asestaron un golpe mortal a un partido ilegalizado, dividido y desanimado, dejando como secuela un rencor que se mantendría a lo largo de varios años. Los disidentes gozaban de gran popularidad y apoyo en las bases del partido, y era notorio cada vez más la acumulación de poder en manos de Togliatti (bendecido por la IC). En esta coyuntura, Gramsci, que estaba cumpliendo la condena en Turi precisamente, manifestó su solidaridad con los rebeldes y su indignación por la expulsión autoritaria y precipitada. Así lo cuenta Gennaro, otros de sus hermanos que vivía en Paris, que lo visitó la cárcel en julio de 1930 y le dio la noticia de las expulsiones. Gramsci cuestionaba la imposición al PCI de la línea del “Tercer Período” de la Komintern (que no era la adecuada para las condiciones de Italia ni para la idiosincracia de la organización).45 Le impresionó tanto la información que le traía Gennaro, que le escribió a Tatiana: “acabo de tener una entrevista con mi hermano que ha impreso un verdadero zig-zag a mis pensamientos”. A finales de ese año, según el testimonio de Athos Lisa, se propuso re-educar a los militantes en la cárcel con unas lecciones de una hora que se darían durante el tiempo de paseo, el propósito formar nuevos cuadros libres de todo sectarismo: “el trabajo de educación política que él realizaba entre los compañeros debía conducir, entre otras cosas, a crear un núcleo de elementos que habrían de llevar al partido una contribución ideológica más sana.”46 Esta hybris crítica y heterodoxa gramsciana, práctico-teórica, es lo que explica la “desaparición” del nombre de Gramsci de las publicaciones del PCI (incluso las conmemorativas) y de la Komintern durante muchos años.47 Gramsci era sospechoso de sufrir “insuficiencia ortodoxa”, no solo teórica sino también práctica, en la bizantina jerga del Dia Mat. Se imponía una política de aislamiento, silencio y de manipulación. (Continuará)
(*) En la imagen: gafas de Gramsci y carta a su hermano Carlo.
Notas:
1 El gran biógrafo de Trotsky, Isaac Deutscher afirma que se encontró con él y que Gramsci había “during his stay in Moscow… enjoyed Trotsky’s confidence” (durante su estadía en Moscú… gozó de toda la confidencia de Trotsky); en: Deutscher, Isaac; The Prophet Unarmed: Trotsky, 1921-1929, Verso, London, 2003, Chapter 3, n. 23, p. 411; en español: Trotsky: el profeta desarmado (1921-1929), Era, México, 1968. Gramsci a su vez entregó en mano textos sobre el Futurismo, que Trotsky usaría en su obra Literatura y Revolución de 1923, apareciendo en la sección IV. Valentino Gerratana, editor de los Quaderni, concluye que la relación con Trotsky era mucho más amplia que la mera cuestión política de la coyuntura o la rutina obligada en el protocolo de la IC. Sobre su relación: Rosengarten, Frank; “The Gramsci-Trotsky Question (1922-1932)”, en: Social Text, No. 11 (Winter, 1984-1985), pp. 65-95.
2 Giancarlo Bergami: “Sui rapporti tra Gramsci e Trotsky”, en: Rivista di Storia Contemporanea; Vol. 7, No. 4, 1978, pp. 559-585.
3 Una testigo de primera categoría de estos contactos, la dirigente comunista Camilla Ravera, recuerda “en las semanas previas al IVº Congreso de la IC, Trotsky tuvo largas conversaciones con Gramsci en torno al Fascismo, acerca de los peligros que el Fascismo representaba, y acerca de la posibilidad de un golpe de estado fascista en Italia.”; en: Ravera, Camilla; Diario di trentanni, 1913-1943, Editori Riuniti, Roma, 1973, p. 129.
4 Sobre las afinidades, similitudes e influencias de las ideas de Trotsky sobre Arte y Literatura, véase: Enrico Bogliolo, “Societa civile e prassi nelle note gramsciane sulla letteratura”; en: Annali della Facolta di Scienze Politiche, Universita di Cagliari, Cagliari, 1977, pp. 20-21.
5 Gerratana, editor de los Quaderni, señala que Gramsci está siempre atento a las posturas de Trotsky, desde el mismo Quaderno I, (por ejemplo, el fragmento 52), y que mucha temática gramsciana sobre la moral y lo cotidiano tienen muchas similitudes con las problemáticas del libro de Trotsky, Problemas de la vida cotidiana, que reunía artículos y reflexiones, un verdadero ‘trabajo de campo’ (basado en entrevistas y reuniones con militantes de un distrito de Moscú) sobre los desafíos que el estado obrero, el período de transición al Socialismo, debía enfrentar en la vida cotidiana.
6 Los recuerdos de Giuseppe Berti, miembro de la Federación Juvenil Comunista y delegado en el IVº Congreso; en: I primi dieci anni di vita del PCI, pp. 36-38.
7 Trotsky, León; What Next? Vital Questions for the German Proletariat , trans. by Joseph Vanzlerm, Pioneer Publishers, New York, 1932, p. 86.
8 Gramsci permanecerá hasta el 12 de mayo de 1924, volviendo a Italia para asumir como diputado electo. Sobre Gramsci en Viena: Somai, Giovanni; Gramsci a Vienna-ricerche e documenti 1922-1924, Urbino: Argalia, Urbino, 1979
9 “Introduzione”, en: Gramsci, Antonio; La costruzione del Partito comunista. 1924-1926, a cura di Elsa Fubini, Einaudi, Torino 1971, p. 55.
10 Korsch, Karl: Die Quintessenz des Marxismus. Eine gemeinverständliche Darlegung, Viva, Berlin, 1922; carta del 14 de enero de 1924, en: Gramsci, Antonio; Lettere 1908-1926, a cura di A. A. Santucci, Einaudi, Torino 1992, pp. 189-91. Korsch, considerado con Bloch, Lukács y Luxemburg uno de los puntales del llamado “Marxismo Occidental”, era impensable que pudiera ser publicado en los años 1920’s por alguna editorial ligada a los partidos comunistas de la IC.
11 Kautsky, Karl; “Besprechung von ‘Marxismus und Philosophie”, en: Die Gesellschaft . Internationale Revue für Sozialismus und Politik , Erster Band, 3 (Hrsg. von Rudolph Hilferding), Dietz Verlag, Berlin, 1924, pp. 306–314, 1924.
12 El furibundo discurso completo de Zinoviev, titulado “La lucha contra los extremistas y el Revisionismo histórico”, en: Lukács, Gyorgï; Schriften zur Ideologie und Poliitik, Luchterland, Neuwied-Berlin, 1967, pp. 719-726.
13 EL informe de Zinoviev apareció traducido al completo en: La Correspondence International, 10, julio, 1924, IV, Nº 43, p. 440 y ss., publicación que poseía Gramsci.
14 Gramsci tenía en su biblioteca de la cárcel los siguientes artículos de Lukács: “Rosa Luxemburg como marxista”, traducida al italiano en: Rassegna comunista, publicado en varios números sucesivos: 30, noviembre, 1921, I, Nº 14, pp. 681-686; 15 de diciembre, 1921, I, Nº 15, pp. 727-734; 30 de diciembre de 1921, I, Nº 16, pp. 754-757; “Sobre la cuestión del parlamentarismo”, en: Il soviet, anno III, publicado en varios números a lo largo de 1920: Nº 13, 25 de abril; Nº 14, 2 de mayo y Nº 15, 16 de mayo. Citas de Lukács aparecen también en L’Ordine Nuovo, por ejemplo: en el ejemplar del año II, Nº 5, 12 de junio de 1920, p. 40.
15 Lukács, G.; “Literaturbericht, N. Bucharin, ‘Theorie des historischen Materialismus’. Gemein- verstandliches Lehrbuch der marxistischen Soziologie, 1922”; en: Archiv für die Geschichte des Sozialismus und die Arbeiterbewegung , XI, Leipzig, 1925, pp. 216-224, seguido de: Rudas, L.: “Die Klassenbewusstseinstheorie von Lukács”; en: Arbeiter-Literatur , Nº 10, 1924, pp. 669-697, y Revai, József : “Literaturbericht, Georg Lukács, Geschichte uber marxistische Dialektik, 1923”; en: Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung ; II, 1923, pp. 227-236.
16 El editor de los Quaderni, Gerratana, llega a especular que Gramsci estaba al tanto del debate general sobre las tesis de Lukács, y que incluso conocía el artículo polémico de Abram Deborin, “Lukacs and seine Kritik des Marxismus”, publicado en: Arbeiterliteratur, Nr. 10, 1924, pp. 624 y ss. Deborin, el filósofo “oficial” de la URSS entre 1925-1930, acusaba al libro de Lukács de ser “una revoltura curiosa de ideas del Hegelianismo ortodoxo adornadas con detalles de Lask, Bergson, Weber, Rickert… Marx y Lenin”, amarga ironía ya que sería acusado en 1931 por Stalin de ser precisamente demasiado “hegeliano” (o sea: “menchevizante” e idealista subjetivo).
17 Textualmente: “wild gewordene Kleinbürger”.
18 La carta de Kun, pieza clave de la estupidez stalinista ya predominante, en: Korsch, Karl; Kommentare zur Deutschen "Revolution" und ihrer Niederlage. Neunzehn unbekannte Texte zur politischen Ökonomie, Politik und Geschichtstheorie ; Rotbuck Verlag, Giessen, 1972, pp. 131-136.
19 Kun se refiere a dos brillantes ensayos de Lukács: un artículo era un análisis de la vulgata marxista de la IIº Internacional: “Die Triumph Bernsteins. Bemerkungen über die Festschriften zum 70. Geburtstag Karl Kautskys”, (“El triunfo de Bernstein. Observaciones sobre la conmemoración del 70º aniversario de Karl Kautsky”), en: Die Internationale, 21/22 (Nov.), 1924, p.661-663.; el segundo una reseña crítica de la principal literatura sobre Lassalle editada en esos años, y en la cual se incluye la segunda edición de Sozialismus und Staat de Kelsen, pero que analizaba la diferencia entre la teoría del estado burgués-jacobina y la de Marx: “Lassalle als Theoretiker der VSPD” (“Lassalle como teórico del VSPD”.; en: Die Internationale, 19/20 (Okt.), 1924, p. 622-624.; los trabajos de Lukács nuevamente salieron reseñados a su vez por los Marx-Engels Studien Zeitschrift des Marx-Engels-Instituts in Moskau, 1, p. 537 de Riazanov.
20 Véase: Weber, Hermann; Die Wandlung des deutschen Kommunismus. die Stalinisierung der KPD in der Weimarer Republik, Band 1, E uropäische Verlag, Frankfurt, 1969, pp. 82-84. Bujarin le criticó públicamente que en la revista que dirigía se hubiera publicado un artículo de Roninger que se “atrevía” a criticar la teoría bujarinista de la aristocracia del trabajo y defendía las posiciones de Luxemburg en cuanto al programa de la IC; Roninger, Boris; “Zur Programmfrage”, en: Die Internationale, 7, 10/11 (Juni) 1924, pp. 328 y ss.; en el mismo número salía un elogioso artículo de Korsch sobre Historia y Conciencia de Clase de Lukács, “Über materialistische Dialektik”, donde señala que el método materialista de Bujarin es “específicamente burgués”.
21 Iván Kvitka en su libro de 1999, La Filosofía rusa y la Política, (en ucraniano) realiza un martirologio de filósofos profesionales (incluyendo marxistas y no-marxistas) ejecutados bajo el Stalinismo, contabilizando a 97 personas de 1929 a 1952.
22 En: Marx-Engels Archiv: Zeitschrift des Marx-Engels-Instituts in Moskau , Volume 1, Marx-Engels-Archiv Verlags G.M.B.H., Frankfurt a. M., 1927, p. 494.
23 Stalin, I. V.; “Informe ante el XVIII Congreso del partido sobre la labor del C.C. del PC (B) de la URSS”, 10 de marzo de 1939; en: Obras, XV, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953, pp. 35-57, apartado “Algunas cuestiones de Teoría”.
24 Gramsci, Antonio; “Il concetto di ortodossia”; en: Quaderni de Carcere, Volume primo, Eiunaudi, Torino, 1977, pp. 435-436; en español: “El concepto de ortodoxia”; en: Cuadernos de la Cárcel.2; Era, México, pp. 147-148.
25 Korsch, Karl; “Gutachten über Labriola und seine Bedeutung fur Theorie und Geschichte des Marxismus”, en: Krise des Marxismus. Schriften 1928-1935 , herausgegeben und eingeleitet von
Michael Buckmiller, Stichting beheer ISSG, Amsterdam, 1996, pp. 183-185; en español: “Notas sobre Antonio Labriola y su importancia para la Teoría y la Historia del Marxismo”, en: Teoría marxista y Acción política, Cuadernos de Pasado y Presente, 84, México, 1979, pp. 131 y ss.
26 Sobre las afinidades electivas entre Korsch y Gramsci, véase: Rusconi, Gian-Enrico; “Teoría y Praxis”; en: AA.VV.; Karl Korsch o el nacimiento de una nueva época; Anagrama, Barcelona, 1973, pp. 57-80.
27 Testimonio de Giovanni Lai, en: en: AA. VV.; Gramsci vivo, Feltrinelli, Milano, 1976, p. 205.
28 Véase el artículo del editor de los Quaderni: Gerratana, Valentino; “Punti di riferimento per un edizione critica dei ‘Quaderni del Carcere’”, en: Critica marxista, Quaderni n. 3, Rome, 1967, pp. 240-259. Se trata de un Marx que escapa de la canonización oficial de la época y rompe el canon de la ortodoxia oficial, tanto de Stalin como del SPD en su variante kautskista.
29 Recientemente han aparecido en Italia: Gramsci, Antonio: Quaderni di traduzione (1929-1932), 2 T., a cura di Giuseppe Cospito e Gianni Francioni, Istituto della Enciclopedia italiana, Roma, 2007. De la traducción del texto de Marx sobre la Judenfrage elaborará su idea de la sociedad civil, por ejemplo.
30 Original: “Vorwärts!”, Berlin, n°62 - 14 märs, 1903; texto que apareció re-editado por David Riazanov en una compilación de escritos de Marx en su edición francesa: Karl Marx, homme, penseur et révolutionnaire. ecueil d'articles, discours et souvenirs; collationnés par D. Riazanov, Editions Sociales Internacionales, Paris, 1928, pp. 70-77; en español: Luxemburgo, Rosa; “Estancamiento y progreso del marxismo”, en: Obras escogidas, Bogotá, Ed. Pluma, Bogotá, 1979, tomo I, pp. 169-174.
31 Sobre las peripecias de la categoría Luxemburguismus, tanto en el Comintern como dentro del regimen de Stalin, véase: Gupta, Sobhanlal Datta; Marxism in Dark Times: Select Essays for the New Century, Anthem Press, New Dehli, 2012, p. 83 y ss.
32 Stalin, I., “Carta ‘Proletarskaya Revolutsia’, No. 6 (113), 1931”, en: Sochineniya, XIII, pp. 84-102 (en ruso); en español, on-line: http://www.marxists.org/espanol/stalin/1930s/sta1931.htm
33 Véase: Kinner, Klaus; “Die Luxemburg-Rezeption in KPD und Komintern”, en: UTOPIE kreativ , H. 129/130 (Juli/August 2001), pp. 595–603.
34 Como ahora sabemos gracias a la apertura de los archivos de la IC; véase el trabajo de Erwin Lewin: “Einige Aspekte der Wirkung von Stalins Luxemburg-Urteil 1931 in der Komintern”; en: Beiträge zur Geschichte der Arbeiterbewegung, 33 (1991), H. 4, pp. 483-493.
35 Togliatti, Palmiro; Opere, III, 1, 1929-1935; Edizione di Ernesto Ragionieri, Riuniti, Roma, 1973, pp. 451-456.
36 Ibid., III, 2, p. 62.
37 Véase: Carr, , E. H.; Historia de la Rusia soviética- Bases de una economía planificada (1926-1929). 2, Alianza Ediitorial, Madrid, 1983, Capítulo 39, “La Oposición Unida”, p. 15-64.
38 Véase: Spriano, Paolo; Storia del Partido Comunista italiano. Storia del Partito comunista italiano II. Gli anni della clandestinità; Einaudi, Torino, 1969, p. 47 y ss.
39 Gramsci, Antonio; “Lettera ai compagni del Comitato centrale del Partito comunista sovietico (ottobre 1926)”. La carta la publicó Tasca, que la copió de los archivos de la Komintern, en forma resumida en Nuovo Avanti! , en mayo de 1937 y luego completa en el periódico Problemi della rivoluzione italiana, II, que se editaba en París, en abril de 1938; Se publicó por primera vez en Italia en la Corrispondenza socialista, I, 22, 29 di novembro, 1957) y nuevamente el 30 de mayo de 1964, en el diario Rinascitá.
40 Gramsci, Antonio: véase, por ejemplo, los fragmentos: “Egemonia e Democrazia” (Quaderno 8-191) y “Maquiavelo. Centralismo organico e centralismo democratico” (Quaderno 9-68).
41 “Lettera al Comitato Centrale del PCUS”; en: La costruzione del Partito comunista, op. cit., p. 128; en español: “Al Comité Central del partido comunista soviético”, en: Gramsci, Antonio; Escritos Políticos (1917-1933), Siglo XXI, México, 1981, pp. 290-295. Sobre las circunstancias que acompañaron a la fallida transmisión de la carta de Gramsci y el conflicto que generó, véase el trabajo de Giusseppe Vacca: “Gramsci 1926-1937: la linea d'ombra nei rapporti con il Comintern e con il partito”; en: Togliatti sconosciuto, l'Unità, Roma 1994, pp. 13-59 (la carta aparece en las pp. 23-30).
42 Véase el testimonio de Ezio Riboldi: Vicende socialiste: trent'anni di storia italiana nei ricordi di un deputato massimalista, Edizioni Azione Comune, Milano, p. 182.
43 Para la versión de Togliatti de sus actos durante 1926 y la respuesta a Gramsci, véase: Rinascitá, 30 de mayo, 1964 y 13 de junio de 1964. Gramsci replicó a Togliatti, pero el texto de su carta nunca fue publicado hasta 1971; véase: Spriano, Paolo; Storia del Partido Comunista italiano. Storia del Partito comunista italiano II. Gli anni della clandestinità; Einaudi, Torino, 1969, p. 51 y 58.
44 Al parecer, la oposición tenía razón: se envío a Italia clandestinamente a la “togliattista” Camilla Rivera para que organizara las células del partido, duró en el país menos de dos meses, detenida y condenada a cincuenta y un años de prisión.
45 También se sumo a la postura de Gramsci otro destacado encarcelado, Terraccini; véase: Fiori, Giuseppe; Vida de Antonio Gramsci, Península, Barcelona, 1976, pp. 299-300.
46 Lisa, Athos; Memorie: In carcere con Gramsci, Feltrinelli, 1973, pp. 81–103; en español: “Discusión política con Gramsci en la cárcel”, en: Gramsci, Antonio; Escritos Políticos (1917-1933), Siglo XXI, México, 1981, Apéndice, p. 379.
47 Una muestra: un artículo de Togliatti de febrero de 1931, “Due anniversari”, en conmemoración del Xº aniversario del PCI, en el que se pasa revista a su historial y genealogía de sus personalidades, no menciona nunca a Gramsci; véase: Togliatti, Palmiro; Opere. III; Editori Riuniti, Roma, 1973, pp. 311-323.
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