19 de mayo de 2013

JUAN BOSCH OTEANDO A NUESTRA AMÉRICA



Por Jorge Núñez Sánchez

Hay hombres que resumen en su vida las luchas y esperanzas

de todo un pueblo. Uno de ellos fue el profesor Juan Bosch, notable

intelectual y político dominicano, que nació en La Vega, en 1909, y

falleció en Santo Domingo, en 2001, después de una larga vida de

combates por la democracia y contra las diferentes fuerzas opresivas

que afectaban a nuestra América.

Para las gentes de mi generación, su nombre fue todo un

símbolo de la dignidad nacional dominicana y latinoamericana,

puesto que había liderado la lucha contra los males que azotaban

a los pueblos del Caribe: las dictaduras, la marginalidad social y las

intervenciones extranjeras.

Nacido en una época marcada por la presencia omnipotente

de tiranos y dictadores, su vida pública se inició precisamente

denunciando a esas tiranías y luchando contra ellas. En su país se

había instalado la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo a raíz de la

ocupación militar norteamericana de 1916 a 1924 y como parte del

nuevo sistema de dominación continental, en el que ocupaban lugar

protagónico ciertos oficiales de las guardias nacionales formadas por

los EE. UU. en cada país ocupado: era el caso de Trujillo, en su país,

pero también el de Anastasio Somoza, en Nicaragua.

Juan Bosch, como otros muchos dominicanos, se empeñó en la

lucha contra esa dictadura "sangrienta y fecal", para usar el calificativo

creado para el género por el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.

Ello lo llevó a la cárcel y después a un largo exilio de casi un cuarto

de siglo, que marcó definitivamente su vida y le puso en el camino

de la reflexión sobre la realidad pasada y presente de su pueblo y de

los demás pueblos de América Latina. En esa circunstancia escribió

en Chile, en 1955, su estremecedor libro Póker de espanto en el Caribe,



en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez

Jiménez y Batista, impuestas conjuntamente por el poder norteamericano

y las oligarquías locales, dentro de un plan continental de mantenimiento

del statu quo y el inmovilismo social.

Para nuestro personaje, su principal interés estribó siempre en el

análisis denunciador de la tiranía que asolaba a su patria, como lo reflejan

sus varios libros y múltiples artículos sobre Trujillo y el trujillismo escritos

en esos años de ostracismo. Así nació, entre otras producciones, aquella

obra titulada Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo, publicada en Caracas

en 1959, mientras gobernaba Venezuela el doctor Rómulo Betancourt,

principal abanderado de la oposición continental contra el trujillismo y a

quien el tirano caribeño intentó asesinar mediante un audaz atentado, el

24 de junio de 1960.

Eso provocó, al fin, la reacción indignada de los gobiernos

democráticos del continente, a la que se sumaron los Estados Unidos

luego de la llegada de Kennedy al poder, en enero de 1961, por considerar

que la continuación política de Trujillo podía dar lugar al surgimiento de

"otra Cuba". En ese marco, un grupo de militares y civiles dominicanos

vinculados a los EE. UU. ejecutó al "Generalísimo" el 30 de mayo de

1961, en busca de dar paso a una democratización formal del país y evitar

un estallido revolucionario a la cubana. Con una mezcla de pragmatismo

y cinismo, el presidente Kennedy había definido poco antes las posibles

salidas a la situación dominicana, diciendo: "Hay tres posibilidades que son,

en orden de preferencia: un régimen democrático honrado, una continuación del régimen

de Trujillo y un régimen castrista. Debemos apuntar a la primera posibilidad, pero

realmente no podemos renunciar a la segunda, hasta que estemos seguros de que

podemos evitar la tercera".

En realidad, los EE. UU. buscaron desde el comienzo un “trujillismo

sin Trujillo”. De ahí que toleraran de mala gana esas elecciones de diciembre

de 1962, en las que triunfó Juan Bosch con un 60% de los votos, y que

luego apoyaran a la torpe dictadura que puso fin, en septiembre de 1963,

a ese ensayo democrático. Y, en fin, la descarada y brutal invasión militar

que ejecutaron en 1965, cuando el pueblo reaccionó contra esa dictadura

con la revolución popular del 24 de abril.en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez Jiradas sobre nuestra América 3

Cabe señalar que Juan Bosch fue el abanderado de una

democracia de nuevo tipo, que buscaba asentarse en las reformas

sociales y el fervor popular antes que en el viciado sistema político de

los viejos partidos. Por lo mismo, puede considerársele un adelantado

de las nuevas formas de democracia que hoy se ensayan en América

Latina.

Para luchar contra la tiranía trujillista, Bosch había fundado

en 1939, junto con algunos compañeros de ideas, el Partido de la

Revolución Dominicana (PRD). Más tarde, tras el ajusticiamiento

del tirano, Bosch fue candidato de ese partido a la Presidencia de su

país y resultó electo abrumadoramente como el nuevo gobernante

de su patria. En tal condición, le tocó la dura tarea de iniciar la

democratización y moralización de un país que durante tres décadas

había vivido bajo una oprobiosa tiranía.

Durante los siete meses que duró su gobierno, promulgó

una nueva Constitución Política, en la que se fijaron los derechos

laborales, la libertad sindical, de cultos y de acción política. También

se esforzó en cobrar impuestos para financiar un vasto programa de

obras públicas y suspendió contratos lesivos al interés nacional, como

uno suscrito con la petrolera norteamericana Esso Standard Oil para la

construcción de una refinería.

Esas medidas golpearon a los rezagos del viejo régimen y en

especial a la corrupta jerarquía militar trujillista, que, siguiendo un plan

intervencionista gestado por los poderes imperiales, derrocó a Bosch

en septiembre de 1963 e impuso un Triunvirato Civil, que terminó

teniendo solo dos miembros. El gobernante derrocado marchó al

exilio en Puerto Rico, donde entonces actuaba como Gobernador su

amigo Luis Muñoz Marín, un político de tibio corte socialdemócrata.

Ahí escribió Bosch, en 1964, un formidable libro de denuncia titulado

Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, publicado

en México ese mismo año y cuya traducción francesa fue publicada

al año siguiente por la editorial parisina Cujas. En esta obra analizaba

la resistencia de la estructura de poder oligárquico–imperialista a

toda apertura democrática, como lo probaba su derrocamiento y lo

confirmaría la posterior intervención militar de los Estados Unidos



Entre tanto, a comienzos de 1965 se alzó contra el gobierno

dictatorial la oficialidad no contaminada del ejército dominicano, en

busca de restaurar a Bosch en el poder. De inmediato, el pueblo tomó

las armas en apoyo de los militares constitucionalistas, estallando

la “Guerra de abril”, en que las fuerzas democráticas derrocaron

al gobierno usurpador y arrinconaron a los sectores militares que

opusieron resistencia al proyecto de restaurar a Bosch en la Presidencia

de la República. Entonces, cuando todo anunciaba el triunfo de los

rebeldes, el gobierno de los EE. UU., presidido por Lyndon Johnson,

envió 45 mil soldados para ocupar la República Dominicana y evitar,

según dijeron, el surgimiento de “otra Cuba”.

Bosch inició un nuevo exilio, esta vez en España y Francia, que se

extendería de fines de 1966 hasta el inicio de la década de los setentas,

y donde se dedicaría a investigar y escribir con su conocido impulso

intelectual y político. En ese periodo reflexionaría profundamente

sobre la realidad de su país y de nuestra América. Es también el periodo

en que Bosch visita varios países y se entrevista personalmente con

gobernantes como Tito, de Yugoeslavia, y Norodom Sihanouk, de

Camboya. Como consecuencia de todo ello, inició un giro político

hacia la izquierda, reflejado en sus nuevos libros.

El maestro estuvo siempre muy claro respecto de las fuerzas a las

que combatía y que lo combatían y eso le ayudó a profundizar, durante

este periodo de residencia en Europa, en el análisis de la dimensión

internacional de la política, la evolución histórica del capitalismo y la

división del mundo capitalista en un espacio central y otro periférico,

dominante el uno y dependiente el otro. Estudió también el fenómeno

del capitalismo hiperdesarrollado en los Estados Unidos, que había

dado lugar a la formación de esa estructura de poder que Eisenhower

llamara “el complejo militar–industrial”, la que, según apreció Bosch,

se expresaba políticamente en el “pentagonismo”. También estudió la

evolución histórica de la composición social dominicana y concibió la

tesis de un nuevo régimen político para los países dependientes o de

capitalismo subdesarrollado: la tesis de la dictadura con respaldo popular o

de la hegemonía política del pueblo.

Precisamente de esa época es su importante ensayo El pentagonismo,

sustituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra

ituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra



York). Además, ese mismo año vio la luz su libro Composición social

dominicana, antes mencionado, bajo el sello editorial de la Impresora

Arte y Cine, de Santo Domingo.

Salvando tiempo y circunstancia, este libro de Bosch sobre el

Caribe me parece el equivalente intelectual americano de ese brillante

estudio de Fernand Braudel titulado El Mediterráneo y el mundo del

Mediterráneo en la época de Felipe II. No solo que ambos libros tienen

un largo título, que más bien parece una breve descripción del tema

que enfocan, sino que también se asemejan en su afán totalizador

de análisis sobre unos grandes horizontes geográficos que son, a su

vez, grandes espacios civilizatorios y grandes escenarios históricos.

Además, ambos enfocan los diversos planos en que se desenvolvía

la historia regional, de modo paralelo o entrecruzado, planos que en

el libro del dominicano son tres, como él mismo se ha encargado de

precisar: uno, la lucha de los imperios coloniales por despojar de sus

tierras y riquezas a los pueblos del Caribe; dos, la lucha entre esos

imperios por prevalecer e imponerse a sus similares en esas tareas

de rapiña; y, tres, la lucha de resistencia o liberación de los pueblos

caribeños contra esas fuerzas colonialistas o neocolonialistas que los

acosaban.

En las décadas posteriores, Bosch volvería a la lucha electoral,

esta vez para enfrentar a Joaquín Balaguer, el heredero político de

Trujillo, y para buscar una elevación de la conciencia política nacional.

Para ello, rompió con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD),

formación que él mismo fundara, pero que había perdido su rumbo

en medio de las aguas agitadas de la política contingente, y fundó

el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al que concebía

como un instrumento indispensable para la toma del poder y la

transformación social de su país. Sobre ese mar de fondo, Bosch

triunfó en las elecciones de 1990, pero Balaguer, con respaldo de

los Estados Unidos, la gran burguesía dominicana y hasta la Iglesia

Católica, manipuló el conteo de votos y alteró los resultados,

autoproclamándose finalmente vencedor en la contienda.

Aunque no volvió a ejercer el poder, don Juan formó a una

generación de nuevos líderes políticos, de la que saldrían los futuros



gobernantes de su país. Por otra parte, se empeñó en utilizar las

nuevas técnicas de comunicación, como la radio y la televisión, para

educar políticamente al pueblo, hablándole de sus deberes y derechos

e instruyéndole en los mecanismos y recursos de la acción política en

democracia.

A la vez que enfrentaba políticamente al seudo-democrático

y corrupto régimen balaguerista, heredero directo del trujillismo,

Bosch, en plena madurez vital, volvería a investigar y escribir sobre

sus temas fundamentales: aparecieron de este modo sus libros La

fortuna de Trujillo (Santo Domingo, 1985), La pequeña burguesía en la

historia de la República Dominicana (Santo Domingo, 1985), El capitalismo

tardío en la República Dominicana (Santo Domingo, 1986) y Las dictaduras

dominicanas (Santo Domingo, 1988).

Pero, más allá de la lucha vital e intelectual contra los

dominadores de su país, Bosch también elaboraría profundos estudios

sobre la historia de las ideas en República Dominicana y en nuestra

América. Ahí están sus obras sobre Eugenio María de Hostos, el

precursor de la liberación intelectual y educativa dominicana, y sus

libros sobre el Libertador Simón Bolívar (uno de ellos para jóvenes),

que revelan la admiración de este luchador y pensador de hoy por los

luchadores y pensadores de ayer.

En fin, todas estas nuevas obras de ciencia social vendrían a

sumarse a sus varias y ya afamadas obras literarias. Porque hay que

precisar que Juan Bosch fue, además de un gran luchador por la

democracia, un notable literato y en especial un maestro del cuento.

Su carrera literaria se inició en 1933 con el libro de

cuentos Camino Real, recreación de sus experiencias vitales en

su pueblo natal. Poco después dio a luz su novela breve La

Mañosa (1936), que tiene por personaje central a una mula.

De aquellos primeros tiempos son también sus cuentos La mujer,

recogido en innumerables antologías, Dos pesos de agua y El abuelo.

Al regresar a su país, luego de un largo ostracismo, recogió sus

escritos en dos volúmenes titulados: Cuentos escritos en el exilio y Má...(Continuara)













No hay comentarios:

Publicar un comentario