Por Jorge Núñez Sánchez
Hay hombres que resumen en su vida las luchas y esperanzas
de todo un pueblo. Uno de ellos fue el profesor Juan Bosch, notable
intelectual y político dominicano, que nació en La Vega, en 1909, y
falleció en Santo Domingo, en 2001, después de una larga vida de
combates por la democracia y contra las diferentes fuerzas opresivas
que afectaban a nuestra América.
Para las gentes de mi generación, su nombre fue todo un
símbolo de la dignidad nacional dominicana y latinoamericana,
puesto que había liderado la lucha contra los males que azotaban
a los pueblos del Caribe: las dictaduras, la marginalidad social y las
intervenciones extranjeras.
Nacido en una época marcada por la presencia omnipotente
de tiranos y dictadores, su vida pública se inició precisamente
denunciando a esas tiranías y luchando contra ellas. En su país se
había instalado la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo a raíz de la
ocupación militar norteamericana de 1916 a 1924 y como parte del
nuevo sistema de dominación continental, en el que ocupaban lugar
protagónico ciertos oficiales de las guardias nacionales formadas por
los EE. UU. en cada país ocupado: era el caso de Trujillo, en su país,
pero también el de Anastasio Somoza, en Nicaragua.
Juan Bosch, como otros muchos dominicanos, se empeñó en la
lucha contra esa dictadura "sangrienta y fecal", para usar el calificativo
creado para el género por el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.
Ello lo llevó a la cárcel y después a un largo exilio de casi un cuarto
de siglo, que marcó definitivamente su vida y le puso en el camino
de la reflexión sobre la realidad pasada y presente de su pueblo y de
los demás pueblos de América Latina. En esa circunstancia escribió
en Chile, en 1955, su estremecedor libro Póker de espanto en el Caribe,
en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez
Jiménez y Batista, impuestas conjuntamente por el poder norteamericano
y las oligarquías locales, dentro de un plan continental de mantenimiento
del statu quo y el inmovilismo social.
Para nuestro personaje, su principal interés estribó siempre en el
análisis denunciador de la tiranía que asolaba a su patria, como lo reflejan
sus varios libros y múltiples artículos sobre Trujillo y el trujillismo escritos
en esos años de ostracismo. Así nació, entre otras producciones, aquella
obra titulada Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo, publicada en Caracas
en 1959, mientras gobernaba Venezuela el doctor Rómulo Betancourt,
principal abanderado de la oposición continental contra el trujillismo y a
quien el tirano caribeño intentó asesinar mediante un audaz atentado, el
24 de junio de 1960.
Eso provocó, al fin, la reacción indignada de los gobiernos
democráticos del continente, a la que se sumaron los Estados Unidos
luego de la llegada de Kennedy al poder, en enero de 1961, por considerar
que la continuación política de Trujillo podía dar lugar al surgimiento de
"otra Cuba". En ese marco, un grupo de militares y civiles dominicanos
vinculados a los EE. UU. ejecutó al "Generalísimo" el 30 de mayo de
1961, en busca de dar paso a una democratización formal del país y evitar
un estallido revolucionario a la cubana. Con una mezcla de pragmatismo
y cinismo, el presidente Kennedy había definido poco antes las posibles
salidas a la situación dominicana, diciendo: "Hay tres posibilidades que son,
en orden de preferencia: un régimen democrático honrado, una continuación del régimen
de Trujillo y un régimen castrista. Debemos apuntar a la primera posibilidad, pero
realmente no podemos renunciar a la segunda, hasta que estemos seguros de que
podemos evitar la tercera".
En realidad, los EE. UU. buscaron desde el comienzo un “trujillismo
sin Trujillo”. De ahí que toleraran de mala gana esas elecciones de diciembre
de 1962, en las que triunfó Juan Bosch con un 60% de los votos, y que
luego apoyaran a la torpe dictadura que puso fin, en septiembre de 1963,
a ese ensayo democrático. Y, en fin, la descarada y brutal invasión militar
que ejecutaron en 1965, cuando el pueblo reaccionó contra esa dictadura
con la revolución popular del 24 de abril.en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez Jiradas sobre nuestra América 3
Cabe señalar que Juan Bosch fue el abanderado de una
democracia de nuevo tipo, que buscaba asentarse en las reformas
sociales y el fervor popular antes que en el viciado sistema político de
los viejos partidos. Por lo mismo, puede considerársele un adelantado
de las nuevas formas de democracia que hoy se ensayan en América
Latina.
Para luchar contra la tiranía trujillista, Bosch había fundado
en 1939, junto con algunos compañeros de ideas, el Partido de la
Revolución Dominicana (PRD). Más tarde, tras el ajusticiamiento
del tirano, Bosch fue candidato de ese partido a la Presidencia de su
país y resultó electo abrumadoramente como el nuevo gobernante
de su patria. En tal condición, le tocó la dura tarea de iniciar la
democratización y moralización de un país que durante tres décadas
había vivido bajo una oprobiosa tiranía.
Durante los siete meses que duró su gobierno, promulgó
una nueva Constitución Política, en la que se fijaron los derechos
laborales, la libertad sindical, de cultos y de acción política. También
se esforzó en cobrar impuestos para financiar un vasto programa de
obras públicas y suspendió contratos lesivos al interés nacional, como
uno suscrito con la petrolera norteamericana Esso Standard Oil para la
construcción de una refinería.
Esas medidas golpearon a los rezagos del viejo régimen y en
especial a la corrupta jerarquía militar trujillista, que, siguiendo un plan
intervencionista gestado por los poderes imperiales, derrocó a Bosch
en septiembre de 1963 e impuso un Triunvirato Civil, que terminó
teniendo solo dos miembros. El gobernante derrocado marchó al
exilio en Puerto Rico, donde entonces actuaba como Gobernador su
amigo Luis Muñoz Marín, un político de tibio corte socialdemócrata.
Ahí escribió Bosch, en 1964, un formidable libro de denuncia titulado
Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, publicado
en México ese mismo año y cuya traducción francesa fue publicada
al año siguiente por la editorial parisina Cujas. En esta obra analizaba
la resistencia de la estructura de poder oligárquico–imperialista a
toda apertura democrática, como lo probaba su derrocamiento y lo
confirmaría la posterior intervención militar de los Estados Unidos
Entre tanto, a comienzos de 1965 se alzó contra el gobierno
dictatorial la oficialidad no contaminada del ejército dominicano, en
busca de restaurar a Bosch en el poder. De inmediato, el pueblo tomó
las armas en apoyo de los militares constitucionalistas, estallando
la “Guerra de abril”, en que las fuerzas democráticas derrocaron
al gobierno usurpador y arrinconaron a los sectores militares que
opusieron resistencia al proyecto de restaurar a Bosch en la Presidencia
de la República. Entonces, cuando todo anunciaba el triunfo de los
rebeldes, el gobierno de los EE. UU., presidido por Lyndon Johnson,
envió 45 mil soldados para ocupar la República Dominicana y evitar,
según dijeron, el surgimiento de “otra Cuba”.
Bosch inició un nuevo exilio, esta vez en España y Francia, que se
extendería de fines de 1966 hasta el inicio de la década de los setentas,
y donde se dedicaría a investigar y escribir con su conocido impulso
intelectual y político. En ese periodo reflexionaría profundamente
sobre la realidad de su país y de nuestra América. Es también el periodo
en que Bosch visita varios países y se entrevista personalmente con
gobernantes como Tito, de Yugoeslavia, y Norodom Sihanouk, de
Camboya. Como consecuencia de todo ello, inició un giro político
hacia la izquierda, reflejado en sus nuevos libros.
El maestro estuvo siempre muy claro respecto de las fuerzas a las
que combatía y que lo combatían y eso le ayudó a profundizar, durante
este periodo de residencia en Europa, en el análisis de la dimensión
internacional de la política, la evolución histórica del capitalismo y la
división del mundo capitalista en un espacio central y otro periférico,
dominante el uno y dependiente el otro. Estudió también el fenómeno
del capitalismo hiperdesarrollado en los Estados Unidos, que había
dado lugar a la formación de esa estructura de poder que Eisenhower
llamara “el complejo militar–industrial”, la que, según apreció Bosch,
se expresaba políticamente en el “pentagonismo”. También estudió la
evolución histórica de la composición social dominicana y concibió la
tesis de un nuevo régimen político para los países dependientes o de
capitalismo subdesarrollado: la tesis de la dictadura con respaldo popular o
de la hegemonía política del pueblo.
Precisamente de esa época es su importante ensayo El pentagonismo,
sustituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra
ituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra
York). Además, ese mismo año vio la luz su libro Composición social
dominicana, antes mencionado, bajo el sello editorial de la Impresora
Arte y Cine, de Santo Domingo.
Salvando tiempo y circunstancia, este libro de Bosch sobre el
Caribe me parece el equivalente intelectual americano de ese brillante
estudio de Fernand Braudel titulado El Mediterráneo y el mundo del
Mediterráneo en la época de Felipe II. No solo que ambos libros tienen
un largo título, que más bien parece una breve descripción del tema
que enfocan, sino que también se asemejan en su afán totalizador
de análisis sobre unos grandes horizontes geográficos que son, a su
vez, grandes espacios civilizatorios y grandes escenarios históricos.
Además, ambos enfocan los diversos planos en que se desenvolvía
la historia regional, de modo paralelo o entrecruzado, planos que en
el libro del dominicano son tres, como él mismo se ha encargado de
precisar: uno, la lucha de los imperios coloniales por despojar de sus
tierras y riquezas a los pueblos del Caribe; dos, la lucha entre esos
imperios por prevalecer e imponerse a sus similares en esas tareas
de rapiña; y, tres, la lucha de resistencia o liberación de los pueblos
caribeños contra esas fuerzas colonialistas o neocolonialistas que los
acosaban.
En las décadas posteriores, Bosch volvería a la lucha electoral,
esta vez para enfrentar a Joaquín Balaguer, el heredero político de
Trujillo, y para buscar una elevación de la conciencia política nacional.
Para ello, rompió con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD),
formación que él mismo fundara, pero que había perdido su rumbo
en medio de las aguas agitadas de la política contingente, y fundó
el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al que concebía
como un instrumento indispensable para la toma del poder y la
transformación social de su país. Sobre ese mar de fondo, Bosch
triunfó en las elecciones de 1990, pero Balaguer, con respaldo de
los Estados Unidos, la gran burguesía dominicana y hasta la Iglesia
Católica, manipuló el conteo de votos y alteró los resultados,
autoproclamándose finalmente vencedor en la contienda.
Aunque no volvió a ejercer el poder, don Juan formó a una
generación de nuevos líderes políticos, de la que saldrían los futuros
gobernantes de su país. Por otra parte, se empeñó en utilizar las
nuevas técnicas de comunicación, como la radio y la televisión, para
educar políticamente al pueblo, hablándole de sus deberes y derechos
e instruyéndole en los mecanismos y recursos de la acción política en
democracia.
A la vez que enfrentaba políticamente al seudo-democrático
y corrupto régimen balaguerista, heredero directo del trujillismo,
Bosch, en plena madurez vital, volvería a investigar y escribir sobre
sus temas fundamentales: aparecieron de este modo sus libros La
fortuna de Trujillo (Santo Domingo, 1985), La pequeña burguesía en la
historia de la República Dominicana (Santo Domingo, 1985), El capitalismo
tardío en la República Dominicana (Santo Domingo, 1986) y Las dictaduras
dominicanas (Santo Domingo, 1988).
Pero, más allá de la lucha vital e intelectual contra los
dominadores de su país, Bosch también elaboraría profundos estudios
sobre la historia de las ideas en República Dominicana y en nuestra
América. Ahí están sus obras sobre Eugenio María de Hostos, el
precursor de la liberación intelectual y educativa dominicana, y sus
libros sobre el Libertador Simón Bolívar (uno de ellos para jóvenes),
que revelan la admiración de este luchador y pensador de hoy por los
luchadores y pensadores de ayer.
En fin, todas estas nuevas obras de ciencia social vendrían a
sumarse a sus varias y ya afamadas obras literarias. Porque hay que
precisar que Juan Bosch fue, además de un gran luchador por la
democracia, un notable literato y en especial un maestro del cuento.
Su carrera literaria se inició en 1933 con el libro de
cuentos Camino Real, recreación de sus experiencias vitales en
su pueblo natal. Poco después dio a luz su novela breve La
Mañosa (1936), que tiene por personaje central a una mula.
De aquellos primeros tiempos son también sus cuentos La mujer,
recogido en innumerables antologías, Dos pesos de agua y El abuelo.
Al regresar a su país, luego de un largo ostracismo, recogió sus
escritos en dos volúmenes titulados: Cuentos escritos en el exilio y Má...(Continuara)
Hay hombres que resumen en su vida las luchas y esperanzas
de todo un pueblo. Uno de ellos fue el profesor Juan Bosch, notable
intelectual y político dominicano, que nació en La Vega, en 1909, y
falleció en Santo Domingo, en 2001, después de una larga vida de
combates por la democracia y contra las diferentes fuerzas opresivas
que afectaban a nuestra América.
Para las gentes de mi generación, su nombre fue todo un
símbolo de la dignidad nacional dominicana y latinoamericana,
puesto que había liderado la lucha contra los males que azotaban
a los pueblos del Caribe: las dictaduras, la marginalidad social y las
intervenciones extranjeras.
Nacido en una época marcada por la presencia omnipotente
de tiranos y dictadores, su vida pública se inició precisamente
denunciando a esas tiranías y luchando contra ellas. En su país se
había instalado la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo a raíz de la
ocupación militar norteamericana de 1916 a 1924 y como parte del
nuevo sistema de dominación continental, en el que ocupaban lugar
protagónico ciertos oficiales de las guardias nacionales formadas por
los EE. UU. en cada país ocupado: era el caso de Trujillo, en su país,
pero también el de Anastasio Somoza, en Nicaragua.
Juan Bosch, como otros muchos dominicanos, se empeñó en la
lucha contra esa dictadura "sangrienta y fecal", para usar el calificativo
creado para el género por el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.
Ello lo llevó a la cárcel y después a un largo exilio de casi un cuarto
de siglo, que marcó definitivamente su vida y le puso en el camino
de la reflexión sobre la realidad pasada y presente de su pueblo y de
los demás pueblos de América Latina. En esa circunstancia escribió
en Chile, en 1955, su estremecedor libro Póker de espanto en el Caribe,
en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez
Jiménez y Batista, impuestas conjuntamente por el poder norteamericano
y las oligarquías locales, dentro de un plan continental de mantenimiento
del statu quo y el inmovilismo social.
Para nuestro personaje, su principal interés estribó siempre en el
análisis denunciador de la tiranía que asolaba a su patria, como lo reflejan
sus varios libros y múltiples artículos sobre Trujillo y el trujillismo escritos
en esos años de ostracismo. Así nació, entre otras producciones, aquella
obra titulada Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo, publicada en Caracas
en 1959, mientras gobernaba Venezuela el doctor Rómulo Betancourt,
principal abanderado de la oposición continental contra el trujillismo y a
quien el tirano caribeño intentó asesinar mediante un audaz atentado, el
24 de junio de 1960.
Eso provocó, al fin, la reacción indignada de los gobiernos
democráticos del continente, a la que se sumaron los Estados Unidos
luego de la llegada de Kennedy al poder, en enero de 1961, por considerar
que la continuación política de Trujillo podía dar lugar al surgimiento de
"otra Cuba". En ese marco, un grupo de militares y civiles dominicanos
vinculados a los EE. UU. ejecutó al "Generalísimo" el 30 de mayo de
1961, en busca de dar paso a una democratización formal del país y evitar
un estallido revolucionario a la cubana. Con una mezcla de pragmatismo
y cinismo, el presidente Kennedy había definido poco antes las posibles
salidas a la situación dominicana, diciendo: "Hay tres posibilidades que son,
en orden de preferencia: un régimen democrático honrado, una continuación del régimen
de Trujillo y un régimen castrista. Debemos apuntar a la primera posibilidad, pero
realmente no podemos renunciar a la segunda, hasta que estemos seguros de que
podemos evitar la tercera".
En realidad, los EE. UU. buscaron desde el comienzo un “trujillismo
sin Trujillo”. De ahí que toleraran de mala gana esas elecciones de diciembre
de 1962, en las que triunfó Juan Bosch con un 60% de los votos, y que
luego apoyaran a la torpe dictadura que puso fin, en septiembre de 1963,
a ese ensayo democrático. Y, en fin, la descarada y brutal invasión militar
que ejecutaron en 1965, cuando el pueblo reaccionó contra esa dictadura
con la revolución popular del 24 de abril.en el que desnudaba a las brutales dictaduras de Trujillo, Somoza, Pérez Jiradas sobre nuestra América 3
Cabe señalar que Juan Bosch fue el abanderado de una
democracia de nuevo tipo, que buscaba asentarse en las reformas
sociales y el fervor popular antes que en el viciado sistema político de
los viejos partidos. Por lo mismo, puede considerársele un adelantado
de las nuevas formas de democracia que hoy se ensayan en América
Latina.
Para luchar contra la tiranía trujillista, Bosch había fundado
en 1939, junto con algunos compañeros de ideas, el Partido de la
Revolución Dominicana (PRD). Más tarde, tras el ajusticiamiento
del tirano, Bosch fue candidato de ese partido a la Presidencia de su
país y resultó electo abrumadoramente como el nuevo gobernante
de su patria. En tal condición, le tocó la dura tarea de iniciar la
democratización y moralización de un país que durante tres décadas
había vivido bajo una oprobiosa tiranía.
Durante los siete meses que duró su gobierno, promulgó
una nueva Constitución Política, en la que se fijaron los derechos
laborales, la libertad sindical, de cultos y de acción política. También
se esforzó en cobrar impuestos para financiar un vasto programa de
obras públicas y suspendió contratos lesivos al interés nacional, como
uno suscrito con la petrolera norteamericana Esso Standard Oil para la
construcción de una refinería.
Esas medidas golpearon a los rezagos del viejo régimen y en
especial a la corrupta jerarquía militar trujillista, que, siguiendo un plan
intervencionista gestado por los poderes imperiales, derrocó a Bosch
en septiembre de 1963 e impuso un Triunvirato Civil, que terminó
teniendo solo dos miembros. El gobernante derrocado marchó al
exilio en Puerto Rico, donde entonces actuaba como Gobernador su
amigo Luis Muñoz Marín, un político de tibio corte socialdemócrata.
Ahí escribió Bosch, en 1964, un formidable libro de denuncia titulado
Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, publicado
en México ese mismo año y cuya traducción francesa fue publicada
al año siguiente por la editorial parisina Cujas. En esta obra analizaba
la resistencia de la estructura de poder oligárquico–imperialista a
toda apertura democrática, como lo probaba su derrocamiento y lo
confirmaría la posterior intervención militar de los Estados Unidos
Entre tanto, a comienzos de 1965 se alzó contra el gobierno
dictatorial la oficialidad no contaminada del ejército dominicano, en
busca de restaurar a Bosch en el poder. De inmediato, el pueblo tomó
las armas en apoyo de los militares constitucionalistas, estallando
la “Guerra de abril”, en que las fuerzas democráticas derrocaron
al gobierno usurpador y arrinconaron a los sectores militares que
opusieron resistencia al proyecto de restaurar a Bosch en la Presidencia
de la República. Entonces, cuando todo anunciaba el triunfo de los
rebeldes, el gobierno de los EE. UU., presidido por Lyndon Johnson,
envió 45 mil soldados para ocupar la República Dominicana y evitar,
según dijeron, el surgimiento de “otra Cuba”.
Bosch inició un nuevo exilio, esta vez en España y Francia, que se
extendería de fines de 1966 hasta el inicio de la década de los setentas,
y donde se dedicaría a investigar y escribir con su conocido impulso
intelectual y político. En ese periodo reflexionaría profundamente
sobre la realidad de su país y de nuestra América. Es también el periodo
en que Bosch visita varios países y se entrevista personalmente con
gobernantes como Tito, de Yugoeslavia, y Norodom Sihanouk, de
Camboya. Como consecuencia de todo ello, inició un giro político
hacia la izquierda, reflejado en sus nuevos libros.
El maestro estuvo siempre muy claro respecto de las fuerzas a las
que combatía y que lo combatían y eso le ayudó a profundizar, durante
este periodo de residencia en Europa, en el análisis de la dimensión
internacional de la política, la evolución histórica del capitalismo y la
división del mundo capitalista en un espacio central y otro periférico,
dominante el uno y dependiente el otro. Estudió también el fenómeno
del capitalismo hiperdesarrollado en los Estados Unidos, que había
dado lugar a la formación de esa estructura de poder que Eisenhower
llamara “el complejo militar–industrial”, la que, según apreció Bosch,
se expresaba políticamente en el “pentagonismo”. También estudió la
evolución histórica de la composición social dominicana y concibió la
tesis de un nuevo régimen político para los países dependientes o de
capitalismo subdesarrollado: la tesis de la dictadura con respaldo popular o
de la hegemonía política del pueblo.
Precisamente de esa época es su importante ensayo El pentagonismo,
sustituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra
ituto del imperialismo, terminado en 1967, en plena época de la guerra
York). Además, ese mismo año vio la luz su libro Composición social
dominicana, antes mencionado, bajo el sello editorial de la Impresora
Arte y Cine, de Santo Domingo.
Salvando tiempo y circunstancia, este libro de Bosch sobre el
Caribe me parece el equivalente intelectual americano de ese brillante
estudio de Fernand Braudel titulado El Mediterráneo y el mundo del
Mediterráneo en la época de Felipe II. No solo que ambos libros tienen
un largo título, que más bien parece una breve descripción del tema
que enfocan, sino que también se asemejan en su afán totalizador
de análisis sobre unos grandes horizontes geográficos que son, a su
vez, grandes espacios civilizatorios y grandes escenarios históricos.
Además, ambos enfocan los diversos planos en que se desenvolvía
la historia regional, de modo paralelo o entrecruzado, planos que en
el libro del dominicano son tres, como él mismo se ha encargado de
precisar: uno, la lucha de los imperios coloniales por despojar de sus
tierras y riquezas a los pueblos del Caribe; dos, la lucha entre esos
imperios por prevalecer e imponerse a sus similares en esas tareas
de rapiña; y, tres, la lucha de resistencia o liberación de los pueblos
caribeños contra esas fuerzas colonialistas o neocolonialistas que los
acosaban.
En las décadas posteriores, Bosch volvería a la lucha electoral,
esta vez para enfrentar a Joaquín Balaguer, el heredero político de
Trujillo, y para buscar una elevación de la conciencia política nacional.
Para ello, rompió con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD),
formación que él mismo fundara, pero que había perdido su rumbo
en medio de las aguas agitadas de la política contingente, y fundó
el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al que concebía
como un instrumento indispensable para la toma del poder y la
transformación social de su país. Sobre ese mar de fondo, Bosch
triunfó en las elecciones de 1990, pero Balaguer, con respaldo de
los Estados Unidos, la gran burguesía dominicana y hasta la Iglesia
Católica, manipuló el conteo de votos y alteró los resultados,
autoproclamándose finalmente vencedor en la contienda.
Aunque no volvió a ejercer el poder, don Juan formó a una
generación de nuevos líderes políticos, de la que saldrían los futuros
gobernantes de su país. Por otra parte, se empeñó en utilizar las
nuevas técnicas de comunicación, como la radio y la televisión, para
educar políticamente al pueblo, hablándole de sus deberes y derechos
e instruyéndole en los mecanismos y recursos de la acción política en
democracia.
A la vez que enfrentaba políticamente al seudo-democrático
y corrupto régimen balaguerista, heredero directo del trujillismo,
Bosch, en plena madurez vital, volvería a investigar y escribir sobre
sus temas fundamentales: aparecieron de este modo sus libros La
fortuna de Trujillo (Santo Domingo, 1985), La pequeña burguesía en la
historia de la República Dominicana (Santo Domingo, 1985), El capitalismo
tardío en la República Dominicana (Santo Domingo, 1986) y Las dictaduras
dominicanas (Santo Domingo, 1988).
Pero, más allá de la lucha vital e intelectual contra los
dominadores de su país, Bosch también elaboraría profundos estudios
sobre la historia de las ideas en República Dominicana y en nuestra
América. Ahí están sus obras sobre Eugenio María de Hostos, el
precursor de la liberación intelectual y educativa dominicana, y sus
libros sobre el Libertador Simón Bolívar (uno de ellos para jóvenes),
que revelan la admiración de este luchador y pensador de hoy por los
luchadores y pensadores de ayer.
En fin, todas estas nuevas obras de ciencia social vendrían a
sumarse a sus varias y ya afamadas obras literarias. Porque hay que
precisar que Juan Bosch fue, además de un gran luchador por la
democracia, un notable literato y en especial un maestro del cuento.
Su carrera literaria se inició en 1933 con el libro de
cuentos Camino Real, recreación de sus experiencias vitales en
su pueblo natal. Poco después dio a luz su novela breve La
Mañosa (1936), que tiene por personaje central a una mula.
De aquellos primeros tiempos son también sus cuentos La mujer,
recogido en innumerables antologías, Dos pesos de agua y El abuelo.
Al regresar a su país, luego de un largo ostracismo, recogió sus
escritos en dos volúmenes titulados: Cuentos escritos en el exilio y Má...(Continuara)
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