“La audiencia que necesitamos es descubierta a través de medios sociales y culturales, no simplemente atraída con palabras.”
“Como señalara Lenin: el oprimido que se levanta demanda saber cómo vivir, y cómo morir (no sólo qué creer).”
“La gente necesita expresiones ínter-humanas vivas; expresiones sobre la concepción del mundo y la moralidad que sean más que simples catálogos sobre visión del mundo y moralidad.”
Siempre me he sentido frustrado con el presupuesto que podemos atraer gentes hacia la política revolucionaria principalmente “explicándolo” todo —como si, de repente, las personas adquirieran consciencia, militancia, y determinación en la lucha por una nueva sociedad, en gran parte porque se les de una serie de explicaciones respaldadas por elaboradas estructuras de análisis. Yo he llamado este problema “el fetiche de la palabra”. Un nombre más formal (si necesitáramos otra etiqueta) pudiera ser racionalismo.
Entretanto vemos, tanto en la sociedad como en política a nuestro alrededor, sugerencias de que las “explicaciones,” incluso detalladas y correctas, no son suficientes —y vemos con frecuencia gentes que son atraídas a políticas bastante irracionales a través de poderosos medios simbólicos.
Podemos trazar el surgimiento y caída de la fantástica, extravagante, política de Louis Farrakhan —la cual combina el completamente engañoso misticismo con la visceral llamado al auto respeto, superación personal, orgullo y mordaz enajenación política.
O podemos ver a grandes secciones del pueblo emergiendo a la vida política durante esta Primavera Árabe, liberándose de décadas de represión y, en su mayor parte, atraídos en primera instancia por la profunda resonancia de “¡Allahu Akbar!” y la ingenua esperanza en la justicia de la ley de la Shariah.
¿De dónde viene ese poder?
El racionalismo secular con frecuencia asume (en ocasiones con una intencionalidad inflexiblemente simple) que las “ideas incorrectas” provienen de la mezcla de ignorancia y adoctrinamiento por parte de clases “externas” —y así asume que el antídoto contra el error es simplemente martillear las ideas correctas en el desinformado— método que he llamado “tira tus ideas, toma las mías”. Hay en ello, no obstante, un elemento verdadero —nosotros debemos ser evangelizantes sobre el comunismo. Pero a menudo eso ocurre muy unilateralmente. En otras palabras, ese racionalismo concibe a la gente, las ideas, la cultura y el cambio de modo bastante plano, simple —y su fracaso lo confirma.
Yo creo en la divulgación de las ideas y exposiciones revolucionarias. Yo pienso que la teoría revolucionaria jugará un rol poderoso en el reagrupamiento del nuevo movimiento social revolucionario. A menudo me he sentido ofendido por el falso estereotipo del militante comunista “sólo como vendedor deambulate de periódicos de puerta en puerta, por los laterales”. Después de todo, yo he escrito, diseñado, redactado, promovido y fomentado periódicos radicales toda mi vida. Y pienso que nosotros deberíamos (¡ahora!) estar desarrollando penetrantes, atractivos, irresistibles centros de noticias, opinión, análisis, sátira, humor y teoría.
Pero… pero… además de todo eso, al mismo tiempo, pienso que deberíamos crear y usar nuestro nuevo medio revolucionario evitando la repetición ingenua de los presupuestos ideológicos y prácticas del racionalismo previo.
He aquí algo que con frecuencia se pierde: La política es tan simbólica como analítica. La atracción política es también visceral y cultural. Atracción que incluye “ganar” con las palabras. Ello nos requiere valentía para representar nuestras creencias.
Pero, de una manera polifacética, la audiencia que necesitamos será alcanzada por diferentes atracciones culturales y sociales, no sólo “ganadas” por las palabras.
Como Lenin brillantemente una vez describiera, los oprimidos que se levantan venían demandando saber “cómo vivir y cómo morir”, no sólo qué creer. Para ser capaces de ejecutar un proceso real y forjar una base política de masas, tenemos que aprender de nuestra audiencia (es decir, “del pueblo”) también; no se trata de un proceso con sólo una dirección de acción sino una interacción. Ese es el proceso que Mao llamó la línea de la masa.
Yo estoy diciendo (entre otras cosas) que los movimientos políticos necesitan afianzarse y conectar en un desesperado sentido de comunidad (en una sociedad de aislamiento y atomización humana). Un movimiento por una nueva sociedad necesita poseer poderosos símbolos y rituales (a partir de los cuales la gente tome sentido y exprese creencias comunes a través de vías no-racionales). La gente necesita expresiones ínter-humanas vivas; expresiones sobre la concepción del mundo y la moralidad que sean más que simples catálogos sobre visión del mundo y moralidad. (Y aquí nos referimos a cosas como rebeldía, no respetabilidad, internacionalismo, amor al pueblo, altruismo, solidaridad, pensamiento crítico, metodología científica, modestia, perceptibilidad, una honesta y auto-crítica fidelidad a la verdad, y más).
Remachando: Nosotros necesitamos entender qué significa que una frase (como “¡Allah Akbar!” o “¡Libertad Ahora!”) desarrolle un profundo poder simbólico. Y tenemos que identificar y apreciar esos temas culturales, y esas expresiones que tienen poder para los inconformes[1] y visionarios en nuestra sociedad —todo lo cual es aplicable (aún con inevitables cambios mayores) a nuestro proyecto de profundo cambio social y liberación.
Una política radical exitosa necesita palabras que sean evocativas y penetrantes —no es suficiente que sean palabras precisas. Todo movimiento social revolucionario exitoso (sin excepción) posee gran poder simbólico. Dentro de los Estados Unidos, el Black Panther Party, tuvo muy penetrante y poderoso espíritu inventivo cuando creó su poderoso simbolismo en política.
Hombres y mujeres negros vestidos con cuero, boina y fusil —en aquel momento, en aquel contexto, en aquella encrucijada— hicieron que millones de corazones palpitaran de emoción. Cuando los Panthers anunciaban a seguidores y enemigos por igual: “Blood to the horse’s brow and woe to those who cannot swim[1]” —allí había análisis en la poesía y poesía en el análisis.
Justo un ejemplo importante. El slogan de los Panthers “Power to the people” [El poder al pueblo] retorna una y otra vez desde los 60. Es un slogan de aquel tiempo que posee renacimiento continuo.
A pesar de las bien conocidas fallas de Eldridge Cleaver —nosotros haríamos bien al estudiar su brillantez desarrollando nuevos símbolos y poderosos slogans popularizando una política con palabras vivas que no eran híper intelectuales. Y obviamente, no podemos simplemente copiar slogans que fueron exitosos: necesitamos entender cómo el simbolismo cambia con el tiempo.
En los 60, slogans como “Black is beautiful” o “drop out and expand your mind [2]” y en ocasiones una ingenua vibra comunal, tuvieron todos poderoso significado (y atracción) para millones de personas que emergían del racismo y conformismo de los 50. Incluso, cuando tales temas no fueron explícitamente políticos, en sentido estereotípico, ellos ayudaron a la formación del contexto y precondiciones para la política revolucionaria de masas. Pero entonces, justo diez años más tarde, la cultura Punk fue edificada sobre el enojado rechazo del pensamiento “paz y amor” Hippie —y expresó un nuevo lenguaje simbólico y artístico de rebelión. El Hip Hop tuvo entonces su propio lenguaje y estética, su representación del agravio y orgullo callejero. El tiempo pasó y nuevas expresiones ganaron poder simbólico.
Así, el rápido movimiento cultural puede poner pesada demanda sobre nuestra creatividad. Tenemos que estar bien atentos y prontos para, incluso, oír lo que se dice en el aire. Y tenemos que ser suficiente creativos para percibir el uso de expresiones nuevas, agarrar sus poder potencial y adoptarlas.
En breve: Nosotros necesitamos concebir el proyecto mismo de desarrollo alternativo de una sociedad postcapitalista mucho más allá que un asunto conceptual y analítico (tal como es expresado por ideas particulares e importantes: ¿Cómo desmantelar el antiguo Estado? ¿Cómo planear la economía? ¿Cómo reorganizar las fronteras para reconocer la autonomía y liberación de los pueblos indígenas?; etc.)
Nosotros además necesitamos estar desarrollando (articulando pero también manifestando) una moral alterna y sentido para el pueblo (en lugar de la actual competencia despiadada y en lugar del sentido egocéntrico, atomizado, burgués, enfocado simplemente en la acumulación para sí o placer para sí o la salvación religiosa de sí).
Esto incluye la identificación de “esferas de experimentos” (en nuestro alrededor) donde podamos (junto con otros) tratar de acarrear y refinar simbolismo, moralidad y conexiones a sentido, de modos tales que puedan representar al movimiento y la sociedad que sobreviene (análogo, quizás, a las bases de áreas rurales donde las fuerzas de Mao desarrolló su “Camino de Yenan” —cuya promesa entonces asió a China como una conversión de masa).
Algo de esto está dentro de los movimientos de lucha —donde el pueblo combina sus esfuerzos para demandar cambio. Pero no se encuentra solamente allí.
Iniciación Comunista 1
Yo tuve un amigo quien fue criado Católico Romano, y fue alistado (por alguno de nosotros) en la Unión Revolucionaria, una organización maoísta embrionaria. Tuvimos una “reunión” de reclutamiento —en la cual discutimos nuestra unidad política, desacuerdos, su pasado, sus aspiraciones, su situación, etc. Entonces le explicamos que había sido aceptado, y le dijimos dónde y cuándo sería la próxima reunión interna de la organización.
Nos miró contrariado, casi con espanto. ¿Cómo… —preguntó— sin ceremonia? ¿Sin ordenación? ¿No tengo que hacer juramento? ¿No hay celebración de bienvenida? ¿No hay ritual para compartir métodos secretos y conducta? ¿No hay entrega de distintivo, carnet, signos secretos? ¿No hay código de conducta privada? Mi compañero estaba disgustado —sentía que no había sido realmente “conectado”.
Él estaba entrando a un estadio superior en su vida, estaba pasando una “puerta” principal para su vida y la vida de la sociedad —estaba haciendo un profundo, consciente, cometido hacia el mundo, los oprimidos y el futuro. Eso, para él, y para nosotros, representaba todo. Y nosotros (como movimiento) no obstante, no marcábamos el evento, no lo corroborábamos, ni lo celebrábamos —ni sabíamos cómo.
Los fundamentalistas reciben a sus nuevos miembros con pasajes de renacimiento y bautismo —con palabras y rituales comunales que las gentes han hallado plenos de significado por siglos. Toda agrupación histórica ha recibido a los nuevos convertidos mediante eventos distintivos. Eventos que marcan la identidad y pertenencia (incluido el bautismo y el bris del mohel[3]). Hay evidencias, de los albores de nuestra emergencia como especie, que muestran una asombrosa diversidad y poder de signos, rituales funerales y entierro de los muertos. Los fundamentalistas estimulan a la gente quebrantada y afligida a que sean “nacidos de nuevo”. Los católicos disponen de un sofisticado sistema para el auto examen y la confesión. Muchas agrupaciones sociales han desarrollado sus ideas sobre el perdón y cómo expresarlo.
Pero, aquí, durante los embrionarios días de nuestro nuevo movimiento comunista de los 70, habíamos prestado atención sólo a las palabras que nos definían (las explicaciones). Identificábamos las necesidades legalistas de transición (fundamento de unidad, acuerdos, acometimiento, y aceptación de la disciplina). Pero nosotros ignoramos (casi militantemente) el simbolismo necesario, los marcadores culturales por medio de los cuales los humanos definen el significado para sí mismos, y el sentido de su momento.
Ahora, al inicio de nuevos proyectos, no queremos hacerlo de una manera exagerada…haciendo una parodia revolucionaria de las sociedades secretas. Sin embargo, tenemos que hacerlo.
Y, aun siendo un movimiento tan lleno de palabras, nosotros con frecuencia no hemos sabido hablar sobre estas cosas —más allá de “ninguna cadena tradicional nos atará” (la cual es una preciosa noción de negación, al margen de la necesidad creativa de afirmación crítica). En otras palabras, si no estamos ligados por tradiciones, bien —entonces ¿cómo estaríamos vinculados? ¿Cómo expresaríamos esa unión, ese vínculo, ese lazo de comunión unos con los otros? ¿Y cómo todo este vínculo emerge, mientras la revolución avanza de ser la convicción de un pequeño grupo social, hasta ser el clima político en comunidades enteras?
Yo pienso que hay elementos de la práctica comunista que son buenos puntos de partida —incluida la orientación de Mao Zedong en “Contra el liberalismo” (un ensayo argumentando a favor de la honestidad y el proceder correctamente entre revolucionarios). En la práctica colectiva que los maoístas llaman “crítica mutua y autocrítica” —enfrentando los errores (incluso, grandes errores) por vías colectivas de tal modo que se ayude a los compañeros en la superación a través del compromiso y confianza personal para la transformación.
Iniciación Comunista 2
Yo asistía a una conferencia de jóvenes comunistas en la cual hablaría sobre investigación, escribir y la expresión de ideas. Y escuché la historia de un joven hermano indagar con un veterano comunista (una persona mayor) por consejos sobre la forma “correcta” para iniciar relaciones sexuales con alguien que él consideraba muy especial.
Había algo conmovedor y positivo en esto. Él estaba consciente sobre la actitud machista que como norma enfrentan las mujeres. Y él estaba consciente sobre el deseo de nuestro movimiento para crear las condiciones que permita a las mujeres jóvenes unirse, sin que se sientan “carne fresca” para los hombres sin compromisos dentro del movimiento. Y este joven quería iniciar unas relaciones consistentes con nuestros valores y demás.
Pero, desafortunadamente, él había entrado en un movimiento que no había vertido mucho pensamiento sobre este asunto. No había (que yo sepa) mucha discusión, debate, síntesis, ensayos, sumarios sobre estos procesos cruciales en la vida humana. Estos procesos están profundamente envueltos en la liberación e igualdad de la mujer —maternidad, noviazgo, matrimonio, intimidad, experimentación, solidaridad viva, cuidado de los niños, educación libertadora, divorcio, resolución de conflictos interpersonales, perdón y transformación, cuidado y responsabilidad uno por el otro en la enfermedad y muerte, formas de celebración y festividades.
(Colateral: Hay un interesante libro sobre la proliferación de festivales de comunidades en la Rusia Soviética… ¿cuánto entendemos de esto como parte de una nueva sociedad y su cultura?)
Un movimiento revolucionario vivo necesita ser envuelto por un sentido de nueva cultura revolucionaria, no sólo arte sino modos del ser y sus significados. Vías simbólicas que expresen ese significado y ese ser. Un movimiento revolucionario vivo necesita acumular, transmitir cuerpo de prácticas y debates de la nueva “sabiduría,” la cual ayuda a la gente imaginar (en el ahora), cómo una nueva sociedad puede manejar todas las muchas contradicciones de la vida humana.
Un sistema cultural como ese no puede ser inventado desde cero —como si nosotros y la sociedad fuéramos hojas de papel en blanco. Es un sistema que los pueblos vivos crean, recrean, refinan y transforman una y otra vez —un proceso de experimentación al cual deberíamos dar bienvenida y en el cual deberíamos participar activamente.
[1] La traducción literal de esta frase poética no tiene sentido en español… y no encuentro ningún significado por el cual pueda traducirla. Lo más cercano que puedo decir en español es “Candela al jarro hasta que suelte el fondo” pero no ajusta en el contexto. Mi mejor opción es no traducirla.
[2] Negro es bello y Descuélgate y expande tu mente, respectivamente.
[3] Mike se refiere al Brit Milah o ceremonia judía, el pacto de circuncisión. En lenguaje yiddish: Bris. El Mohel es la persona entrenada para realizar la circuncisión a niños a los 8 días de edad.
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