Silvio Herasme Peña
Hasta la última parte de su discurso el presidente Danilo Medina se desenvolvía dentro de la ortodoxia protocolar en su alocución del pasado dia 27, cuando se cumplía el 169 aniversario del grito de El Conde que marca el inicio de la lucha por la Independencia Nacional, pero la pieza expositiva de hechos y aspiraciones que decía el jefe del Estado fue calentándose.
Describía con habilidad los propósios de su presidencia y aseguraba que no pretendía pasar cuatro años en el solio presidencial solo para que se le consignara en la larga lista de personas que inadvertidamente ocuparon la posición.
La pieza del jefe del Estado había anunciado su esfuerzo en favor de los desamparados de La Barquita y de los de las inmediaciones del lago Enriquillo, cuyas tierras han sido ocupadas por el agrandamiento del espejo de agua más importante del país.
Pero cuando se aproximaba al final de su discurso y televidentes y público presente miraban el reloj advirtiendo que el tiempo pasaba en generalidades, el licenciado Medina se puso las botas y mandó atención. Tocó el tema que algunos creían que soslayaba, el caso del oro.
Y lo hizo con eficiencia detallando sus esfuerzos porque el país, ahora impelido por graves obligaciones en moneda extranjera, precisa de ingresos naturales que la producen los recursos extraíbles de las profundidades del suelo nacional.
Y en ese sentido, claro está, exhortó a la Barrick Gold-Pueblo Viejo a la mesa de negociación bajo el alegato de que “el oro dominicano tiene un solo dueño que es el pueblo dominicano” y agregó: “que se sepa”.
Fue la expresión más rotunda de todas cuanto dijo el licenciado Medina y la que más denotaba su convicción de buscar, por todos los medios, una justa renegociación con la empresa que ñhasta el momento- detentará el 97% de los ingesos del yacimiento y el Estado, en su condición de dueño original y actual de esas tierras, solo recibirá el 3%.
La reacción fue mágica e inmedita. El público presente reaccionó delirantemente y las redes sociales de atascaron por el intenso uso en apoyo de lo dicho por el jefe del Estado.
Pero cuando el tema saltó todas las barreras fue cuando Danilo advirtió a la Barrick Gold que si en tiempo razonable no se aviene a una renegociación, como lo pidieron éllos en el 2007, entonces sometería a las Cámaras Legislativas un proyecto de Ley limitando las ganancias extraordinarias de las empresas mineras cuando los precios de sus exportaciones suben a precios inusitados, como ocurre ahora con el oro a nivel mundial.
Y sustentó ese criterio en el hecho de que todos los países del mundo, desde el Oriente hasta el Occidente han renegociado sus contratos con las inversiones extranjeras en minería, cuando las circunstancias así lo aconsejan. Citó a China, Rusia, los Estados Unidos, el mismo Canadá, Argentina, Bolivia y otros de África.
Y entonces al público no le cupo ninguna duda de que el jefe del gobierno dominicano ha intentado ñpor la buena- esa negociación desde que se juramentó el 16 de agosto pasado, sin ninguna reacción de los inversionistas canadienses.
En enero pasado escibimos un artículo titulado El Oro de Sutter y la Barrick Gold en el que hacÏamos un poco de historia sobre el fenómeno llamado “La Fiebre del Oro” en California en 1845.
Y sustentábamos el criterio de que la Barrick-Gold debía comprender que los dueños del oro son los dominicanos y que éllos solo tienen una concesión otorgada por el Estado dominicano y que debían avenirse a renegociar el contrato que la ampara de manera que el Estado dominicano reciba una proporción mayor de las extracciones de oro, plata y los otros minerales que han aparecido en ese yacimiento.
Aunque el principal ejecutivo de Barrick en el país ha dicho que no tiene problemas en sentarse a renegociar, advierte que los compromisos internacionales de esa empresa, no le permiten modificar el contrato como existe actualmente.
Tal posición presiona al Gobierno que responderá en su momento y el asunto podría recalar a un mediador en París, como lo estipula el acuerdo.
Creemos que siempre es mayor un “mal arreglo que un buen pleito”, pero ahora no se trata de ese asunto, sino de un emplazamiento formal, directo del presidente Danilo Medina que no está dispuesto a dejar pasar el tiempo, y su oportunidad, para lograr un ingreso justo de lo que le toca al país.
Este interregno deja ver claramente que el contrato no fue dotado por ninguna previsión por las autoridades anteriores que lo suscribieron. No pusieron ninguna salvaguardia para proteger los intereses del país. Parece que ni siquiera se pensó en la eventualidad de una revalorización del oro y la plata como consecuencia de la crisis que ya había estallado en los principales mercados del mundo.
Y se alegó que el petróleo subía como consecuencia de la nefasta política de especulación de los dueños del capital internacional. Pero nosotros, con el principal bien a mano (el oro) lo negociamos con tanta torpeza que parecería que habría otro interés en el asunto.
Pero lo importante ahora es respaldar a Danilo en su esfuerzo legal sobre nuestro recurso más importante en este momento: Pueblo Viejo.
La Barrick se puede quedar o se puede ir, pero el dueño natural no se puede ir, ni puede dejar que se le vaya la oportunidad de su vida. Felicidades a Danilo por su filípica y por calzarse las botas del “reivindicador”.
TOMADO DEL LISTIN DIARIO
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