29 de julio de 2013

La historia del comercio con Haití




Conclusión: haitianos que compren si quieren y si no quieren mejor
Escrito por: Arturo Martínez Moya

Como no hay una dependencia determinística, porque la historia de los pueblos no es la historia de los gobiernos, sobre Haití sabemos algo de lo primero, nuestros historiadores han tocado el tema, de lo segundo nada, no han investigado en los archivos de Francia y de Haití para escribir la accidentada historia diplomática de los dos países. Como la historia es revisionista, porque nada es permanente, los académicos lo saben, surgirán nuevos conocimientos cuando se abra la jungla de los papeles, se podrá reducir el número de mentiras establecidas como catedral a través del tiempo, desinformaciones que nos han mantenido a la defensiva, por las que hemos salida mal parados de las confrontaciones diplomáticas con los haitianos.

Me refiero a constantes históricas como las trabas burocráticas, la informalidad en los negocios y el contrabando, porque los gobernantes haitianos no piensan en el bienestar de su gente. Explicarían la reciente prohibición al salami, importación pollos, huevos, productos de polipropileno y poliestireno, sin considerar las consecuencias, porque como resultado de la ilegal migración que propician y las remesas, respecto a los dominicanos han tenido y tienen una balanza de pagos superavitaria, aunque la comercial haya sido y sea diferente.

Se confirmarían muchas cosas, como que nunca han tenido instituciones políticas y económicas fundamentales, que los responsables haitianos se han aprovechado y se aprovechan del desorden administrativo para maximizar su propia renta. Que los dominicanos actuamos a la defensiva, improvisamos cuando intentamos enfrentar sus burlas administrativas y presión migratoria, no lo hacemos con políticas económicas y diplomáticas de Estado. Que no hemos sabido aprovechar nuestras instituciones, lo que nos ha diferenciado desde la llegada de los españoles al Este de la Isla, cuando establecieron las básicas, que hemos renovado y aumentado a diferentes velocidades, hasta llegar a lo que tenemos en la actualidad. En lo institucional los haitianos están el 1804, usando en el siglo XXI términos como “se prohíbe” que hace tiempo fue sacado del vocabulario comercial mundial.

Es decir, explicaría porque en la isla, dividida por una raya que algunos llaman frontera, se destacan dos regiones diferenciadas; Haití en el Oeste, con una población de 10 millones, posiblemente con el ingreso per cápita más bajo del mundo, y en el Este los dominicanos, con una población más o menos igual, pero con un ingreso per cápita que nos ubica en el grupo de países con desarrollo medio, junto a Ecuador, Colombia y Perú.

La conclusión sería que a los haitianos hay que dejarlos que compren si quieren y si no quieren mejor, que debemos pensar en grande para converger con los países de verdad. Por su pobreza extrema, con una economía en depresión permanente, perdemos denunciando su práctica comercial desleal. Que el mercado haitiano no será atractivo para los dominicanos, mientras se mantenga la pequeñez mental de los que gobiernan, que no piensan en remedios extraordinarios para enfrentar la pobreza extraordinaria, como sería un programa con políticas al estilo de Franklin D. Roosevelt en 1932. Mientras tanto, con política de Estado debemos enfrentar la presión migratoria que seguirá en aumento desde el Oeste en busca de trabajo, salud, educación, mejores carreteras, electricidad, etc.

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