26 de julio de 2012

NARRAN LA GRAN DERROTA DE EE.UU. EN LA GUERRA DE VIETNAM


EL 4to Batallón Americano de la 173ra Brigada de aerotransporte. Aquí se ven cargando heridos en un helicóptero UH-1D “Huey” mientras evacuaban desde Hill 875 a 15 millas al sudoeste de Dark, durante la guerra de Vietnam. Foto tomada el 22 de noviembre de 1967 por el fotógrafo Alfred Batungbacal.
El diario argentino "La Nación" recordaba el gran impacto informativo de la guerra: "... 
todo fue registrado puntualmente por la televisión. A nadie se le ocurrió frenar a los camarógrafos que trabajaban entre las balas y el infierno reinante". Estábamos a miles de kilómetros de Saigón, pero los corresponsales de medios informativos españoles en Estados Unidos vivimos desde casi tan cerca como los enviados especiales al sureste asiático aquellos años finales de la guerra de Vietnam: desde la ofensiva del Tet, que en 1968 señaló el inicio del fin, hasta la caída de Saigón, la prensa y la televisión norteamericanas llevaron a la opinión pública la más completa, directa, descarnada y viva información de un conflicto bélico que jamás se haya ofrecido en la Historia.

Gran humarada producto del fuerte bombardeo con Napalm a un grupo de chozas. Foto de Larry Burrows 1966
Por eso el seguimiento de la CBS, del ‘New York Times' o de 'Newsweek' era tarea imprescindible para los corresponsales extranjeros en Washington o Nueva York: por ese tamiz llegaron muchas de las informaciones decisivas sobre el conflicto, que recogíamos, explicábamos, interpretábamos y 'rebotábamos' hacia Europa. El éxito de esa cobertura se puede medir por lo que ha sucedido después: "Nunca jamás", dijeron los militares norteamericanos, y nunca más (en Panamá, en Granada, en el Golfo, en Yugoslavia...) permitieron al temido y despreciado periodista acercarse al frente. Es muy lamentable.


Soldados de la marina norteamericana heridos tras un feroz tiroteo por el control de Hill 484 durante la guerra de Vietnam. Foto 1966 Larry Burrows.
 Las sociedades civiles han quedado debilitadas frente al poder militar. En un reciente estudio, el diario argentino 'La Nación' recordaba, refiriéndose a aquel primer gran impacto informativo de la guerra, la ofensiva del Tet: "El caos de Saigón, la visión de los funcionarios norteamericanos en mangas de camisa y armados con armas cortas, peleando por su vida en las calles de la ciudad, las banderas y los estandartes comunistas flameando sobre las reparticiones gubernamentales de distintas ciudades del Sur, todo ello fue registrado y mostrado puntualmente por la televisión. 


soldados estadounidenses mientras caminan por arrozales inundados en territorio del Viet Cong. Foto del año 1962 tomada por Larry Burrows.
A nadie se le ocurrió frenar a los camarógrafos que trabajaban entre las balas y el infierno reinante". Y añadía: "Con todo esto, los Estados Unidos habían aprendido dos lecciones: la primera, que hasta una estruendosa victoria puede transformarse en derrota a largo plazo; la otra, derivada del libre desplazamiento de fotógrafos, camarógrafos y periodistas por la zona de combate, podía remediarse. Así lo demostrarían las imágenes altamente censuradas y filtradas que llegaron a los Estados Unidos en los 90 acerca de la Operación Tormenta del Desierto. Esa lección, sí, los Estados Unidos la habían aprendido". 

 El Tet fue una derrota militar del Vietcong, pero una derrota de relaciones públicas para el sur y para Estados Unidos.

Un joven de la marina norteamericana es herido en una pierna por la explosión de una bomba de fosforo blanco a través de una de las trampas de el Viet Cong. Foto tomada en 1966
Las atrocidades de aquella guerra; las primeras muestras de que el general Westmoreland, jefe del operativo en la zona, mentía sistemáticamente a la opinión sobre la marcha de la guerra (como demostrarían los devastadores 'Papeles del Pentágono')... todo ello provocó el cambio de rumbo, el triunfo de las tesis antibelicistas en la sociedad. Se empezó a negociar y se pactó la retirada norteamericana: la primera derrota en una guerra en el extranjero en la historia de la Unión. Muchas voces, en Estados Unidos y Europa, siguen acusando hoy al mensajero de haber provocado la derrota: si se deja actuar con las manos libres a las fuerzas norteamericanos, en Vietnam no se habría perdido, según esa tesis. Es falso. Muy posiblemente, la catástrofe habría sido mayor
Y en una democracia es imprescindible que el concepto de seguridad nacional no se imponga tan abusivamente como para que los ciudadanos lleguen a ignorar las circunstancias de un conflicto que devuelve a casa los cadáveres de docenas de miles de jóvenes: hijos, hermanos, maridos. 

La prensa cumplió con su deber. El Pentágono y los políticos estadounidenses, bastante menos. Historia de un conflicto FELIPE SAHAGUN EEUU utilizó la tecnología militar más avanzada, salvo las armas nucleares. Como innovación táctica principal, empleó masivamente el helicóptero para el transporte de tropas La guerra de Vietnam fue el conflicto más importante de la posguerra. Modificó las relaciones entre militares y civiles, y entre políticos y periodistas. Puso en evidencia los límites del uso de la fuerza y transformó para siempre las relaciones entre aliados y bloques de la guerra fría. Estrategias supuestamente eternas se derrumbaron como castillos de naipes y teorías hasta entonces indiscutibles, como la del dominó, se vinieron abajo. Francia volvió a ser derrotada y los Estados Unidos sufrieron la humillación más grave en sus dos siglos de vida como estado independiente.


Además de la derrota militar, su sociedad se resquebrajó internamente en un conflicto comparable sólo, por sus consecuencias, al de la guerra civil. Como dejó claro hace años el historiador Michael Beschloss en el libro 'Taking Charge', síntesis de las conversaciones del presidente Lyndon B. Johnson en la Casa Blanca, EEUU entró en Vietnam a ciegas. Ninguno de sus intereses vitales estaba en juego. Peor aún: siendo perfectamente conscientes de ello, sus máximos dirigentes no quisieron o no pudieron impedirlo.
EEUU heredó de Francia una guerra de descolonización y la convirtió en una guerra ideológica. Perdió de vista por completo las razones originales del conflicto –el control del arroz, estaño y, sobre todo, caucho del imperio Michelín- y lo convirtió en una guerra ideológica, movida exclusivamente por el prestigio y los intereses burocráticos.
La victoria de Mao en China, en 1949, cambió radicalmente la situación en las antiguas regiones coloniales de Tonkin, Annam y Cochinchina. Lo que hasta entonces había sido un problema colonial francés, uno más de tantos, de repente adquirió una importancia estratégica inusitada para Occidente. Francia trató de vietnamizar el conflicto, pero la situación interna francesa a comienzos de los 50 hizo inviable una estrategia eficaz. Con todo un ejército profesional y una superioridad abrumadora en aviones, carros, artillería pesada y medios de transporte, Francia sufrió en Dien Bien Fu el 7 de marzo del 54 a manos del Vietminh del general Nguyen Giap, tras 55 días de asedio, su derrota más importante desde la Segunda Guerra Mundial.

Una nueva guerra Fue la derrota definitiva de Francia, pero empezaba una nueva guerra. El armisticio firmado en Ginebra el 21 de julio del 54 dividió la península por el paralelo 17, prohibió toda ayuda militar a las dos partes, el norte quedó en manos del Vietminh, comunista, y el sur, bajo el emperador Bao Dai y su tristemente célebre primer ministro Ngo Dinh Diem. Se reconoció la independencia de Laos y Camboya, y se acordó la reunificación de Vietnam para el año 56. Transcurrieron los plazos, nadie respetó lo firmado, el referéndum de unificación nunca se celebró y, en contra de los acuerdos internacionales, Eisenhower, obsesionado todavía por la experiencia de Corea, empezó a enviar asesores militares. Washingon destituyó a Bao Dai y apoyó la represión de sus sucesores en Vietnam del Sur. Estos cometieron el error de perseguir a los budistas en un país cuya religión mayoritaria es el budismo y su títere, Diem, llenó el gobierno de católicos, parientes y amigos. Creció la corrupción, los medios de comunicación críticos fueron clausurados, John Kennedy se dejó arrastrar por la herencia republicana y, en el 61-62, la Administración estadounidense estaba financiando ya el 80% del presupuesto del régimen de Saigón. 
A imitación del Vietminh, que dirigió la lucha contra Francia, el 20 de diciembre del 60 se funda en Vietnam del Sur, con apoyo de Hanoi, un frente de liberación bautizado con el nombre de Vietcong y comienza otra guerra de cuyo final se cumplen ahora 25 años. El 'New York Times' la califica hoy como «una guerra sin sentido». Millares de norteamericanos han llenado de flores el paseo junto al muro de granito negro, en Washington, con los nombres de los 58.219 estadounidenses fallecidos o desaparecidos en aquella guerra. Según Vietnam, también murieron tres millones de vietnamitas (del norte y del sur), 2 millones de ellos civiles. 
Desde la firma de la paz, en 1973, se han recuperado en Vietnam los restos de 554 estadounidenses desaparecidos en acción. Todavía quedan más de 300.000 vietnamitas y 2.029 estadounidenses desaparecidos en la guerra, 1.518 de ellos en Vietnam (el resto en Laos y Camboya). John McCain, senador republicano por Arizona, presidió el 25 de abril en Hanoi la ceremonia de entrega de los últimos seis cadáveres de desaparecidos recuperados hasta ahora. «Creo que deberíamos ayudar a los vietnamitas a descubrir el paradero de los que faltan», declaró McCain, emocionado, tras recordar los cinco años que estuvo prisionero en la capital vietnamita.



Las huellas Aunque Vietnam y EEUU restablecieron relaciones diplomáticas el 12 de julio del 95, las huellas de la guerra tardarán generaciones en borrarse. Hoy vive en EEUU más de un millón de personas nacidas en Vietnam, lo que les convierte en el quinto grupo más numeroso de inmigrantes. Gerald Ford, el presidente obligado a ordenar la retirada definitiva, el 30 de abril del 75, lamenta, sobre todo, no haber podido salvar a muchos más en la evacuación final. 

En sus recuerdos de aquel último día, Henry Kissinger, a la sazón secretario de Estado, escribe hoy en 'Newsweek': «[El presidente y yo] nos habíamos convertido en espectadores de un drama sobre el que nada podíamos hacer, paralizados entre un dolor imposible de evitar y un futuro que todavía no estábamos en condiciones de encauzar». Así concluía un conflicto sobre el que se han escrito millares de libros y sobre el que sigue habiendo más diferencias que coincidencias. De 10.000 guerrilleros en 1960, el Vietcong llegó a contar con más de 100.000 en el 64. A la muerte de Kennedy, ya controlaba el 80% del territorio y el 60% de la población del sur. 
 La guerrilla disponía de armas estadounidenses que robaba al Ejército survietnamita, cada año más debilitado por las deserciones, las conspiraciones y las rebeliones. La eliminación de Diem y la conversión de un conflicto limitado en una invasión directa y masiva por orden de Kennedy agravó, en vez de aliviar, la guerra. A pesar de sus reticencias, Johnson fue el responsable del cambio de planes que condujo al desastre. Los efectivos estadounidenses pasaron de 23.000 en el 64 a 120.000 en el 65 y a más de medio millón en el 68. Se convirtió en el mayor despliegue militar desde la Segunda Guerra Mundial. 

EEUU utilizó la tecnología militar más avanzada, salvo las armas nucleares. Como innovación táctica principal, empleó masivamente el helicóptero para el transporte de tropas. Enfrente tenían, al principio, un ejército guerrillero ligeramente armado con morteros y pequeños cohetes, y con algo más de medio millón de hombres. Desde el 64 la aviación estadounidense bombardeó el territorio al norte del paralelo 17 sin declaración de guerra. Hasta 14 millones de toneladas de bombas llegó a lanzar EEUU sobre Vietnam del Norte, 10 veces más que las lanzadas durante la Segunda Guerra Mundial sobre toda Europa. A diferencia de los bombardeos sobre Alemania, los de Vietnam no pudieron destruir al enemigo porque, simplemente, en Vietnam no había objetivos industriales importantes. Entonces, como hoy, la mayor parte de la población vivía de la agricultura. A los campesinos vietnamitas les causó mucho más daño los 70 millones de litros del herbicida naranja que todas las bombas. 

17 de marzo 1973, Robert L. Stirm, prisionero de guerra liberado, es recibido por su familia en la base militar en Fairfield, California, en su regreso a casa desde la Guerra de Vietnam.
 La estrategia 
La estrategia estadounidense, decidida esencialmente por tres asesores de Kennedy –McGeorge Bundy, Robert McNamara y Dean Rusk- siguió la doctrina clásica de que la victoria depende de una combinación del control territorial y del desgaste del adversario. Por eso la mayor parte de las fuerzas de EEUU se desplegaron en dos zonas: a lo largo de las fronteras de Vietnam del Sur para impedir la penetración del enemigo y en la meseta central, donde estaban concentradas las principales unidades militares del norte. La idea era que, derrotando a las fuerzas principales del norte, la guerrilla del sur estaría acabada. La estrategia falló por dos razones: el Vietcong estaba haciendo una guerra de guerrillas y no, como suponía EEUU, una guerra convencional; y las pérdidas inaceptables para EEUU eran perfectamente aceptables para los vietnamitas. 



VICTOR DE LA SERNA
Periodista estuvo en la guerra de Vietnam.


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