16 de julio de 2012

TEMA ESPECIAL: ECONOMÍA


Los pueblos del Sur nos revelamos a seguir siendo explotados, humillados y saqueados y nos negamos a continuar siendo espectadores pasivos de la acelerada destrucción de la Tierra en pos de mantener la calidad de vida del Norte.
Durante las últimas décadas una gran brecha se ha abierto entre el Norte y el Sur. Liderado por los Estados Unidos y con la compañía de los aliados circunstanciales que coincidan con sus intereses en cada momento o con los Gobiernos cómplices que responden a sus propios intereses y no al de sus pueblos, se llamen Unión Europea, Blair, Aznar, u otros, el Norte se ha erigido en avaro dictador de los destinos del planeta.
Grandes Grupos Económicos, en general nacidos en esos países, se convirtieron en Multinacionales mercenarias, que en el afán de obtener beneficios económicos a cualquier costo, no dudaron en avasallar derechos humanos y contaminar hasta destruir ecosistemas mientras el mundo entero sufre las consecuencias.
La concepción intencionadamente equívoca del concepto de Desarrollo que nos han impuesto, generó los problemas ambientales y sociales que provocaron y lo siguen haciendo, un deterioro de las condiciones de vida de todo ser que habita el planeta.
Contaminación de las reservas de agua dulce, desertización de bastas extensiones de tierra otrora fértiles y altos niveles de polución del aire, son algunas de las consecuencias ambientales que lejos de estar siendo paliadas, siguen profundizándose día a día por una autodestructiva inconciencia ecológica.
Subyugación de culturas étnicas y regionales, sometimiento de pueblos originarios y comunidades campesinas son algunas de las consecuencias visibles en la triste realidad social con la que convivimos cada día.
Sin embargo, el daño no ha sido total ni irreversible y el Sur ha despertado ante la situación límite en la que nos encontramos. Nuevos líderes surgen con el respaldo y como voceros de nuestros pueblos rescatando valores humanos esenciales como la solidaridad, el respeto por la tierra y la convicción de que la posibilidad de forjar un futuro mejor aun está en nuestras manos.
Los pueblos del Sur nos revelamos a seguir siendo explotados, humillados y saqueados y nos negamos a continuar siendo espectadores pasivos de la acelerada destrucción de la Tierra en pos de mantener la calidad de vida del Norte.
Esa resistencia se hace mas fuerte con cada marcha, cada foro, cada movilización, cada acto de desobediencia civil, pero necesita de todos y cada uno de nosotros para lograr el impulso definitivo que genere un cambio de rumbo hacia un mundo mejor, hacia un mundo con futuro y oportunidades para todos. Un mundo que no se conseguirá si no tomamos partido y nos comprometemos de una vez por todas, con esta lucha que hemos iniciado contra el modelo de desarrollo economicista que está causando la aniquilación total de la vida sobre el planeta.

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