UN CONTINENTE EN EFERVESCENCIA
(¿Está
perdiendo Washington a América Latina?), se pregunta Foreign Affairs, la
revista de debate del muy elitista Council on Foreign Relations. Las relaciones
entre Estados Unidos y América Latina han alcanzado el punto más bajo desde que
finalizara la Guerra Fría. Después de los atentados del 11 de septiembre de
2001, el interés de Washington por la región declinó en beneficio del Medio
Oriente. Para Peter Hakim, presidente del Inter-American Dialogue, un
think-tank estadounidense cuyo trabajo versa sobre América Latina, la
responsabilidad no podría achacarse sólo a Estados Unidos. La falta de reformas
políticas y económicas, las tensiones sociales y las desigualdades crecientes,
así como una propensión al populismo y a la confrontación con el gran vecino
del Norte, explicarían además el actual callejón sin salida. La economía
En el plano económico, aunque las
relaciones comerciales con América Latina sean importantes (150 mil millones de
dólares por concepto de exportaciones) se ven limitadas por la falta de
acuerdos de libre comercio con algunos Estados y por la incapacidad de imponer
un acuerdo sobre el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas). Este
fracaso se hizo patente cuando G. Bush tuvo que abandonar precipitadamente la
cumbre de Mar del Plata en Argentina. El acceso a los recursos energéticos de
la región (petróleo y gas natural) se ve además comprometido por las
persistentes tensiones con Venezuela y el nuevo equilibrio de fuerzas que
representa la elección de Evo Morales en Bolivia.
La situación política
La inestabilidad de algunas naciones
es crónica y no menos de una docena de presidentes han sido derrocados por el
pueblo en los últimos diez años. Los ejemplos de Bolivia y Ecuador demuestran
la existencia de sociedades profundamente divididas en el plano social y
étnico. Se llega a calificar a Haití de «failed State» (Estado en quiebra). El
activismo de Hugo Chávez, quien además de su amistad con Cuba le discute el
liderazgo continental a Estados Unidos con sus proyectos de integración
latinoamericana, parece ser la principal fuente de preocupación. Diferentes proyectos
han ido tomando forma con su impulso, como es el caso de PetroCaribe y TeleSur,
sin contar la reciente adhesión de Venezuela al MERCOSUR. La reciente victoria
electoral de Evo Morales en Bolivia; el posible retorno de Daniel Ortega y de
los sandinistas en Nicaragua; la emergencia de Ollanta Humala y del movimiento
etnocacerista en Perú; o la perspectiva de ver al ex alcalde de Ciudad de
México, Andrés Manuel López Obrador, tomar el poder en ese país fortalecen aún
más el sentimiento de que la influencia de Estados Unidos disminuye en lo que
tradicionalmente consideraba su «coto de caza».
La creciente influencia de China
Otro motivo de preocupación es la
creciente influencia de China en la región. Con múltiples inversiones en las
infraestructuras, las carreteras y los puertos, Pekín está a punto de
transformarse en un actor de primera importancia en la región, incluso de
constituir una alternativa a la hegemonía estadounidense.
En definitivas, el panorama es bien
sombrío, con un antiamericanismo manifiesto en muchos países, nutrido en
particular por el unilateralismo de Washington, y por los escándalos de Abu
Ghraib y de la base de Guantánamo. El apoyo a los golpistas en Venezuela en
2002 y las presiones ejercidas para alejar a Aristide en Haití privaron de toda
credibilidad los hermosos discursos pronunciados sobre la democracia en la
región.
por Cyril Capdevielle
RED VOLTAIRE
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