(PL) El mar de China Meridional parece ganar terreno como fuente de tensiones entre Estados Unidos y China, que aboga por defender las disputas territoriales en esa zona entre las partes directamente involucradas en ellas.
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A las frecuentes diferencias en comercio, derechos humanos y otros asuntos entre Washington y Beijing, se añaden las asociadas al tema anteriormente mencionado, evidente muestra del interés del gobierno estadounidense en la región de Asia-Pacífico en su intento de contener el avance y creciente influencia del gigante asiático.
Recientes declaraciones de funcionarios de la Casa Blanca sobre pasos dados por China en islas del citado mar encontraron fuertes reacciones de este país, que calificó de aparente injerencia en sus asuntos internos lo expresado por la ora parte.
Beijing estableció el mes pasado la ciudad de Sansha y una guarnición en Yongxing, la mayor de las islas Xisha, conocidas también como Paracel, lo que consideró un ajuste normal de su estructura administrativa y militar y un tema totalmente dentro de su soberanía.
Las reacciones de sus vecinos con reclamos territoriales en la zona eran de esperar. Filipinas dijo que no reconocía la ciudad y Vietnam se refirió a la decisión china como violatoria del derecho internacional.
Mientras, Washington estimó esos pasos como contrarios a los esfuerzos diplomáticos para resolver las diferencias, en tanto se corre el riesgo de una escalada de las tensiones en la región, según señaló el vocero del Departamento de Estado Patrick Vendell, quien agregó que su país "sigue de cerca la situación".
Estados Unidos está consciente que las disputas territoriales constituyen uno de los grandes retos para China en su entorno geográfico y de que un agravamiento de estas favorecería una mayor presencia suya como aliado de otros en el área.
Nada de extraño en las recientes declaraciones si se recuerda que en julio de 2010 la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que su gobierno tiene un interés nacional en el mar de China Meridional.
Desde entonces las acciones para demostrarlo han sido frecuentes, desde la asistencia de altos funcionarios de la Casa Blanca a reuniones en la zona hasta un reforzamiento militar, incluso en Australia, pero enfocado en la referida área.
Por interés nacional puede entenderse desde la importancia de ese mar para el comercio hasta el paso de las naves del Pentágono por sus aguas, en las cuales los recursos pesqueros abundan, a lo que se suman reservas de gas y petróleo conocidas por todos los territorios vecinos y otros.
El nuevo capítulo de tensiones Beijing-Washington sobre este tema cobró fuerza el pasado día 4 cuando el vocero de la cancillería Qin Gang expresó el firme rechazo de su gobierno a lo expresado por el Departamento de Estado el día anterior.
Poco antes, el Senado adoptó por unanimidad una resolución que insta a los países del área a ejercer la moderación y abstenerse de habitar de modo permanente puntos en el mar de China Meridional hasta que se establezca un código de conducta.
El documento plantea además el compromiso de "ayudar a las naciones del Sureste Asiático para que sigan siendo fuertes e independientes".
A partir de entonces los comentarios y análisis en la prensa de este país sobre el tema abundaron y uno de los mensajes alertó que el enfoque de Washington obviamente no conduce a la solución pacífica de las disputas ni a la paz y estabilidad en la zona.
Otro no menos importante indica que ante la crisis global, Estados Unidos y China deben trabajar conjuntamente para mantener la estabilidad en Asia-Pacífico, la cual sirve de motor a la frágil recuperación de la economía mundial.
Todo ello es necesario y sería bienvenido, pero la realidad es que para China se trata de su soberanía, la cual explica el llamado a la otra parte a respetar también la integridad territorial de este país y contribuir más a la paz y prosperidad de la región.
Está por ver si ese mensaje es escuchado, solo entonces podrían ceder las tensiones entre estas dos potencias.
Por Luis Melián *
*Corresponsal Jefe de Prensa Latina en China.
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15 de agosto de 2012
Un mar de tensiones entre China y Estados Unidos
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